Estudiante musicologia

Fernando Marín nos ofrece en este artículo una revisión del tratamiento de los afectos en la
música en un período histórico- Renacimiento e inicios del Barroco- donde teóricos y artistas
recuperaron la cultura, espíritu, juicios y valores de la erudición greco-latina y sus grandes
maestros filósofos. Trasladado al contexto musical, los músicos, teóricos y tratadistas del
Renacimientoencontraron un espejo con el arte de la oratoria-retórica como medio para
elaborar un discurso musical y articular a su alrededor un lenguaje capaz de expresar las
inquietudes, temperamento, pasiones y humores del alma.
Alcanzar las convencionalidades que un lenguaje presupone, y más, en el caso de la música y
en un aspecto tan profundo como son los afectos del ser humano es posible,según nos dice
Aristóteles, debido a que las representaciones del alma son para todas las personas iguales así
como las cosas que representan.
Del mismo modo que un maestro de la oratoria o un poeta utiliza figuras retóricas para
aumentar el sentido del discurso y trascender más allá de la selección de las palabras
adecuadas, el músico las utiliza también como recurso para elaborarsu discurso musical.
Marín nos presenta una amplia recopilación de estas figuras empleadas en este periodo con
ejemplos de su utilización y su correspondiente definición o justificación por parte de teóricos
o músicos contemporáneos.
Fernando Marín va más allá de la identificación de estos recursos y señala su importancia en
cuanto a la composición musical que hasta el Renacimientoestaba muy ceñida al contenido
del texto y se desarrollaba mediante la transformación, articulación, imitación y el desarrollo
de un motivo musical. Marín apunta que el motivo era como los cimientos de la obra, algo así
como su esencia y que los soggeti eran ideas paralelas que refuerzan el motivo principal que
se interconectan con éste constantemente mediante los recursos compositivoscitados
anteriormente. Podemos observarlo en piezas polifónicas como el motete, el modo de
“construcción musical” sobre el cantus firmus de las primeras polifonías así como en uno de
sus ejemplos más claros; el Madrigal. En este tipo de composición profana, la intensidad de
expresión de los afectos del texto se dispara y se acentúa más la diversidad de los soggeti que
reconoceremos porlos giros musicales, cambios de textura, pasajes descriptivos,
temperamentales, etc.
Siguiendo esta línea argumental, Marín recoge que en la tradición desde la Edad Media de
variar melodías hay un procedimiento clave que puede ejecutarse con infinidad de recursos: la
disminución o glosa. Este procedimiento abarca desde la “simple” adición de notas
ornamentales entre, por ejemplo,intervalos relativamente amplios, a la adición de otras
voces de carácter contrapuntístico. Se trataba de “ modular el sonido” .
Marín nos traslada a la Inglaterra del período isabelino donde observamos que la importancia
de la figura retórica en cuanto la expresión de los afectos es igual de importante que en el
resto del continente y vemos como algunas de ellas coinciden dentro de laamplia
enumeración que nos ofrece. Dentro de la estética inglesa destaca el sentido de la dualidad
que vemos claramente reflejado en las figuras musicales: formas- significados convencionales.
De este modo encontramos intervalos asociados a la muerte, cadencias que aluden a la
redención, corcheras que representan lágrimas, etc. Marín destaca la importancia de la
estructura musical delafecto principal, lo que anteriormente llamábamos “motivo principal”
ya que las otras voces o las ornamentaciones pueden distorsionarlo ligeramente y por tanto,
tendrán más valor en cuanto a su contribución estética.
Ya hacia el Barroco el tratamiento, estudio y teorías sobre los afectos y pasiones del alma se
hicieron más profundos. Los músicos componían para mover estos afectos, para...