Estudiante

Tiene cuatro y sus papás están separados por un océano.
Una de esas separaciones que uno siempre cree saber cuándo empiezan pero nunca nunca nunca sabe cuando terminarán.
Como toda separación,incierta, revolucionadora, traumática, llena de interrogantes, de preguntas sin respuesta, de "ya veremos", de "no sabemos", de "pronto", de "cuando podamos". Como toda separación, debida a un extrañocóctel de razones y circunstancias... Las nuestras nos situaban de nuevo en Uruguay en una habitación en la casa de mis padre.
Ya habían pasado tres meses y para un niño eso era toda una eternidad.Habíamos pasado un día un poco difícil, de esos en los que el choque aparecía inevitablemente,a como diera lugar, de esos en los que no hay razones ni de psicología.Un día de esos en e que en medio deacalorado juegos de poderes, con los ojos inundados enllanto, calla y absolutamente muda, señala con toda la fuerza de la que su dedo índice es capaz la foto de su Mamá. Esa Mamá a quien en los primerostiempos no solía mencionar y con quien, a pesar de comunicarse todos los días,muchas veces elige no hablar.Esa Mamá que ahora suscita mención diaria a través de un sinfín de especiales recuerdos. Undía como los hay tantos...
Tiene cuatro y aún es demasiado pequeña para saber que su enfado es con la vida. Tiene cuatro y uno a veces se olvida.
Esa noche, una vez que estamos en nuestra habitación,me dice: ¿ què tal si llamamos a Mamá por Skype? Si, me dice de una.
-Hola Mamá, ¿ cómo estás, Mami?
-Bien, bebe, ¿y tú?
-Bien Mamá.- y acto seguido directo a lo que le preocupa, directo a aquelloque por más que le dé vueltas no logra resolver
-pero cuando tu vengas, ¿dónde vas a dormir? ¿En una cama en el medio, de un lado yo y Papá del otro? Porque yo te quiero, te quiero, te quiero y teextraño, te extraño, te extraño, mucho, mucho, mucho... porque, ¿cuándo vas a venir, Mamá?
-Y ... no lo sé mi amor, en cuanto pueda
-Con voz firme y melodiosa le consiguió contestar su Mamá- por...