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ALÉXANDROS
EL CONFÍN DEL MUNDO
Traducción de José Ramón Monreal
grijalbo mondadori
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Título original: Aléxandros,Il confine del mondo
Traducido de la edición original de Arnoldo Mondadori Editore, SpA, Milán
© 1998, Arnoldo Mondadori Editore, SpA, Milán
© 1999 de la edición en castellano para España y América:
Grupo Editorial Random House Mondadori, S.A.
Travessera deGracia, 47-49. 08021 Barcelona
www.grijalbo.com
© 1999, José Ramón Monreal, por la traducción
Diseño de la cubierta: Arnoldo Mondadori Editore, SpA, Milán
Adaptación de la cubierta: Luz de la Mora
Primera edición en Mitos Bolsillo: mayo de 2000
Cuarta reimpresión: septiembre de 2002
ISBN: 84-397-0509-3
Depósito legal: B. 37.313 - 2002 impreso en España
2002. - Cayfosa-Quebecor, Ctra.de Caldes, km 3
08130 Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona)
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Corregido por Jaime Castro
Abril 2004
1
El rey se puso de nuevo en marcha a través del desierto a finales de primavera, por otra vía que desde el oasis de Amón llegaba directamente a las riberas del Nilo en las cercanías de Menfis.
Cabalgaba durante horas y horas a lomos de su bayo sármata,mientras Bucéfalo galopaba a su lado sin arreos ni riendas. Desde que Alejandro había caído en la cuenta de lo largo que era el camino que iba a tener que recorrer, trataba de ahorrarle a su caballo todo esfuerzo inútil, como si quisiera prolongarle lo más posible el vigor de la edad juvenil.
Se requirieron tres semanas de marcha bajo un sol abrasador y fue necesario afrontar aún durísimasprivaciones antes de ver la fina línea verde que anunciaba las fértiles riberas del Nilo, pero el rey parecía no sentir ni cansancio, ni hambre, ni sed, absorto como estaba en sus pensamientos y recuerdos.
Los compañeros no le molestaban en su recogimiento porque se daban cuenta de que quería permanecer solo en aquellas interminables extensiones desérticas con su sensación de infinito, con su ansiade inmortalidad, con las pasiones de su espíritu. Sólo por la noche era posible hablar con él, y a veces alguno de los amigos entraba en su tienda y le hacía compañía mientras Leptina le daba un baño.
Un día Tolomeo le sorprendió con una pregunta que se había guardado dentro durante demasiado tiempo:
—¿Qué te dijo el dios Amón?
—Me llamó «hijo» —repuso Alejandro.
Tolomeo recogió laesponja que había caído al suelo de la mano de Leptina y se la dio.
—¿Y tú qué le respondiste?
—Le pregunté si todos los asesinos de mi padre estaban muertos o si había sobrevivido alguno.
Tolomeo no dijo nada. Esperó a que el rey saliera de la tina, le puso sobre los hombros un paño de lino limpio y luego comenzó a friccionarle. Cuando Alejandro se volvió hacia él, le escrutó hasta el fondodel alma y le preguntó:
—Así pues, ¿aún quieres a tu padre Filipo, ahora que te has convertido en un dios?
Alejandro dejó escapar un suspiro.
—Si no fueras tú quien me hace esta pregunta, diría que son palabras de Calístenes o de Clito El Negro... Dame tu espada.
Tolomeo le miró sorprendido, pero no se atrevió a replicar. Desenvainó el arma y se la alargó. Él la cogió y se hizo unaincisión con la punta en la piel del brazo, haciendo brotar un hilillo bermejo.
—¿Qué es esto, no es acaso sangre?
—Lo es, en efecto.
—¿Es sangre, no es cierto? No es «icor, que dicen corre por las venas de los bienaventurados» —prosiguió citando un verso de Hornero—. Así pues, amigo mío, trata de comprenderme y no herirme inútilmente, si de verdad sientes afecto por mí.
Tolomeo...
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