Estudiante
Había una vez un oso panda, llamado Melvin, que estaba muy triste. Todos los animales en el bosque tenían su propia mentalidad. El conejo no necesitaba que le dijeran quecolor usar de camisa, el ratón escogía su propio queso y los pájaros construían sus nidos y ponían sus huevos donde quisieran.
Pero Melvin no. Siempre le pedía ayuda a la ardilla para elegir quebambú comer. Le pedía ayuda al oso perezoso Sam para saber donde dormir. Le pedía ayuda al mono Peter para saber como vestirse. Y le pedía ayuda al búho Tomás para tomar decisiones.
Un día, cuandoMelvin y su amigo el mono Peter estaban escogiendo que camisa se iban a poner para la fiesta del loro Rocky, llegaron los pájaros y el conejo Bob a decirle a Rocky que ya no podía ayudar a Melvin. QueMelvin tenía que aprender a ser él mismo. Le prohibieron a todos los animales del bosque ayudar a Melvin en la toma de decisiones, y que todo lo tenía que hacer solo.
Bob y Peter se fueron con elresto de los animales a la fiesta de Rocky, y dejaron a Melvin solo en su casa para que pudiera entender lo que estaba pasando y empezar a pensar como lo iba a conseguir si defraudar a sus amigos. Caminopor los pasillos, se acostó en su cama, comió el bambú que le habían conseguido las ardillas, pero no fue capaz de darse cuenta de que tenia que hacer. Salió de su casa y se sentó en un tronco huecocerca a su puerta. Recostó su cabeza en las pequeñas ramas y miró al cielo. Vio muchas nubes, una con forma de flor, otra muy parecida a Bob y otra con forma de corazón, pero esto tampoco lo ayudó asaber que hacer. Muy triste, y sin pensar en lo que estaba haciendo, se levantó del tronco, arregló su ropa y se dirigió a la casa del búho Tomás para pedirle ayuda. No fue hasta muchos meses despuésque la decisión de ir a la casa de Tomás había sido su primer acto autónomo en años. “Hola Melvin” dijo Tomás, mientras tomaba té y leía un libro, “¿En qué te puedo ayudar?”
“Hola Tomás, necesito...
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