ESTUDIANTE
ESCENA PRIMERA
COMISARIO. Dejadme hacer mi oficio. No es hoy la primera vez que intervengo para descubrir robos. Hay que efectuar todas las indagaciones requeridas. ¿Decíais que había en esa arquilla...?
HARPAGÓN. Diez mil escudos bien contados.
COMISARIO. ¡Diez mil escudos!
HARPAGÓN. Diez mil escudos.
COMISARIO. ¿Y en qué monedas estaba esa suma?
HARPAGÓN. En buenos luises deoro y en pistolas de peso corrido.
COMISARIO. ¿Quién sospecháis que pueda ser el autor de este robo?
HARPAGÓN. Todo el mundo; y quiero que encarceléis a la ciudad y los arrabales.
COMISARIO. No asustar a nadie y procurar atrapar con cautela algunas pruebas, a fin de proceder luego con todo rigor a la recuperación de las monedas que os han sido robadas.
ESCENA II
MAESE SANTIAGO. Que lodegüellen en seguida, que le tuesten los pies, que lo pongan en agua hirviendo y que lo cuelguen del techo.
HARPAGÓN. (A Maese Santiago.) ¿A quién? ¿Al que me ha robado?
MAESE SANTIAGO. Hablo de un lechoncillo que acaba de enviarme vuestro intendente.
HARPAGÓN. Aquí está el señor con quien hay que hablar de otra cosa.
COMISARIO. (A Maese Santiago.) No soy hombre que os difame, y las cosas marcharánsin tropiezos.
MAESE SANTIAGO. ¿Os han quitado dinero?
HARPAGÓN. Sí, truhan; y voy a hacer que te ahorquen si no me lo devuelves.
COMISARIO. No le maltratéis. Veo por su cara que es un hombre honrado os descubrirá lo que queréis saber. Le han quitado hoy su dinero, y tenéis que saber alguna noticia de ese asunto.
MAESE SANTIAGO. Señor, si queréis que os diga las cosas, creo que es vuestroquerido intendente quien ha dado el golpe.
HARPAGÓN. ¿Valerio?
MAESE SANTIAGO. Sí; él mismo. Creo que ha sido quien os ha robado.
HARPAGÓN. ¿Y por qué lo crees?
MAESE SANTIAGO Lo creo... porque lo creo.
COMISARIO. Mas es preciso decir los indicios que tenéis.
HARPAGÓN. ¿Le has visto merodear alrededor del sitio donde había yo puesto mi dinero?
MAESE SANTIAGO. Sí, en verdad. ¿Dónde estabavuestro dinero?
HARPAGÓN. En el jardín.
MAESE SANTIAGO. Justamente; le he visto merodear por el jardín. ¿Y dónde estaba guardado ese dinero?
HARPAGÓN. En una arquilla.
MAESE SANTIAGO. Ahí está el asunto. Le he visto con una arquilla.
HARPAGÓN. ¿Y cómo era esa arquilla? Veré si es la mía.
MAESE SANTIAGO. Es... es como una arquilla.
COMISARIO. Por supuesto. Más describidla un poco para queveamos...
MAESE SANTIAGO. Es una arquilla grande.
HARPAGÓN. La que me han robado es pequeña.
MAESE SANTIAGO. ¡Ah, sí! Es pequeña si se quiere tomarlo por ahí; más yo la llamo grande por lo que contiene.
COMISARIO. ¿Y de qué color es?
MAESE SANTIAGO. Es de color...; eso es, de cierto color... ¿No es roja?
HARPAGÓN. No; gris.
MAESE SANTIAGO. ¡Ah, sí! Roja-gris, eso es lo que quería decir.No vayáis adecirle que soy yo quien os ha descubierto eso.
ESCENA III
HARPAGÓN. Acércate; ven a confesar la más negra acción, el atentado más horrible que se haya cometido nunca.
VALERIO. ¿Qué queréis, señor?
HARPAGÓN. ¡Cómo, traidor! ¿No te avergüenzas de tu crimen?
VALERIO. ¿De qué crimen queréis hablar?
HARPAGÓN. Es inútil que pretendas encubrirlo; está descubierto el asunto y acaban decontármelo todo.
VALERIO. Señor, puesto que os han descubierto todo, no quiero emplear rodeos ni negaros la acción.
MAESE SANTIAGO. (Aparte.) ¡Oh, oh! ¿Habré yo adivinado sin saberlo?
HARPAGÓN. ¡Cómo...!
VALERIO. Cuando me hayáis oído, veréis que el daño no es tan grande como creéis.
HARPAGÓN. ¿quién te ha impulsado a esa acción? ¿El amor?
VALERIO. Sí.
HARPAGÓN. ¡Bonito amor, bonito amor, a femía! ¡El amor a mis luises de oro!
VALERIO. No, señor; no son vuestras riquezas las que me han tentado; os aseguro que no aspiro, en modo alguno, a vuestros bienes, con tal que me dejéis el que poseo.
HARPAGÓN. No te lo dejaré. ¡Más ved su insolencia queriendo quedarse con lo que me ha robado!
VALERIO. ¿Y llamáis a eso robo?
VALERIO. Es un tesoro y el más preciado que poseéis, sin duda; mas...
Regístrate para leer el documento completo.