Estudiante
¿Se puede poner un poco de orden en este caos? Lo que resulta evidente, a primera vista, es que el término “verdad” –de cualquier modo en que se entienda y se use– tiene que ver siempre con el conocimiento. Ahora bien, el conocimiento es una actividad de la inteligencia en relación con algo (un objeto). Podemos pues distinguir entre las verdades según el conocimiento, las verdades según el objeto conocido y las verdades según el modo de conocer. 2.1.2.1. Las verdades según el conocimiento Según los tres elementos del conocimiento –realidad conocida, sujeto cognoscente y relación entre inteligencia y realidad– podemos distinguir tres tipos de “verdad”: la que está en los objetos del conocimiento, la que está en la inteligencia y la que está en la relación existente entre el objeto y la inteligencia.
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a)La verdad de los objetos del conocimiento (verdad trascendental u ontológica)
Todo lo que conocemos es objeto de conocimiento: cosas, personas, amores, sentimientos, colores, bondad y maldad de acciones humanas, relatos de la imaginación, monstruos de la fantasía, leyes de la naturaleza, fórmulas matemáticas, experiencias del pasado, datos históricos, funcionamiento de aparatos eléctricos…; todo lo que forma parte de la realidad puede ser conocido y todo lo que es irreal conocido, es objeto de conocimiento. Todo lo que, por decirlo de un modo metafórico, «se ha escapado del vacío de la “nada”». Incluso la “nada” que ni existe ni puede existir es, en cuanto concepto, objeto de conocimiento; la palabra “nada” tiene un significado. La “verdad” se puede identificar, en primer lugar, con toda la realidad, con todo lo que existe, seres visibles e invisibles, materiales y espirituales, extramentales y mentales, objetivos y subjetivos, naturales y artificiales, estables y mudables; y también con todo aquello que, aunque no exista realmente, está dado ante nuestra conciencia como objeto de conocimiento: entes de razón, imaginaciones, eventos pasados de los que podemos hacer juicios verdaderos: “La Batalla de las Navas de Tolosa tuvo lugar en 1212”: esa batalla no es real, porque ya pasó, pero es verdad que pasó; a diferencia de la batalla que esta noche soñé entre hobbits y mamuts. Esta primera acepción de “verdad” es típicamente filosófica y, más en concreto, metafísica. No se usa en el lenguaje ordinario. En una discusión filosófica podemos decir que Dios, las ranas, mis apuntes de Introducción a los Estudios Universitarios y mis pesadillas son “verdades” (trascendentales, u ontológicas), pero no así en una
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conversación ordinaria. De “Dios” y de “las ranas” diríamos, más bien, que «es verdad que existen»; si decimos «mi libro es verdadero» y «mis pesadillas son verdaderas», queremos decir que el libro contiene verdades y que las pesadillas realmente sucedieron, no que esos objetos del conocimiento –libro y pesadillas– son en sí mismas “verdades”. Los filósofos cristianos identificaron a Dios como la causa de la “verdad trascendental”, ...
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