estudiante

Capítulo I

Golpeabase un sol vespertino el rostro de aquel niño que miraba con detenimiento el sardinel que estaba del otro lado aquella gran reja, que diáfanamente el padre de aquel niño recién habíase pintado a principios de ese mes, como acostumbraba hacer todas las navidades; era tal la fuerza de aquella costumbre, tan arraigada a esa familia, que a todos los miembros habían empezado aasociar el olor de la pintura fresca a la navidad, como si aquellos aromas de químicos extraños, gestaran el ambiente perfecto para la llegada de tan apreciado momento por aquella familia de extraños normales.
Observaba aquel pequeño el sardinel con detenimiento tras las rejas, de aquel pequeño hogar, sentado en una pequeña lata rellena de piedras, que por esos lares se acostumbraba utilizarpara mantener las desvencijadas puertas abiertas durante el día, prestaba con atención aquel pequeño a los detalles del sardinel que bordeaba su hogar, como queriendo diseccionarlo, detallándolo con tal cuidado, que padecía de una mirada vana, sin norte y sin sur, focalizada en un objeto que carecía de poco sentido para todo el transeúnte que pasase desapercibido, y que por aquellos tiemposseriase una calle poco transcurrida, de una barriada desconocida en un pueblo tirado al olvido, por quienes debían darle sentido de nación a esas tierras gratas.
La comunidad de aquella calle, plasmada por hogares de clase media, se había acostumbrado a la tranquilidad que padecen los pueblo más olvidados, que pocas veces ven pasar mandatarios y ediles de poca monta, que se gestaban en pequeñas callescomo esa; las cuales los formaban a razón de escándalos y silencios, que tenían el mismo carácter punzante de los golpes que te da la vida; como las bullas que formaba el vecino de la esquina ultima de aquella pequeña calle, que pretendía mantener despierto a toda la calle cada viernes, cantando a fuerte pulmón, canciones de juglares y ancestros de todos aquellos habitantes de esa pequeñacomunidad, a la cual todas esas tonadas desafinadas, les causaba sinsabores, no tanto por no poder dormir un viernes; sino más bien por el cargado remordimiento que les causaban esas letras, curtidas de vaquería y romanticismo de tiempos de vanidad para muchos de por allí. O aquel silencio que acusaba todos un domingo por allí, durante los cuales los perros y los gatos morían de sed en los peldaños yjardines, mientras los hombres morían en los patios, en sus hamacas, acostumbradas holgar en pequeñas rancherías de palma; acosados por el calor y la frustración de vivir en una calle sin sentido, sin oriente y aparentemente sin futuro.
No se podría describir con adjetivos, aquella mirada del niño que hurgaba entre el pavimento, pero que más bien, llamaba la atención, anhelaba algo ese infante,codiciaba estar de aquel lado de la verja, veía hacia la calle como aquel que ha estado fuera de su hogar y regresa, como queriendo salir corriendo, como tramaba aquel mundo a ese cachorro; aparentemente nada urdía su mirada, hasta que una silueta que se deslizaba lentamente por aquel lado de su mirada, distrajo la concentración de aquel pequeño, este ahora se concentraba en descifrar lo que cadavez se hacía más claro, aguzaba con fuerza su mirada, porque en pequeños lapsos, aunque pareciese muy común para alguien que ha gustado muy poco la vida, para él seguía siendo extraño, pues parecía verse a sí mismo llegar, es decir que aquel infante de mirada perdida y rostro sensato, venia caminando por el sardinel y miraba hacia dentro de lo que era su casa; a lo que pocos segundo después de tanconfusa visión, clareo el sentido, al caer en detalles, lo que gesto finalmente un infante más grande, con claras señales de vello facial, pero con la misma mirada sensata, de rostro juicioso, Su padre.
Encendiese entonces en ese momento la mirada de aquel pequeño, que había padecido los cálidos rayos de sol de la tarde, los cuales mermaban a la hora de ese acontecimiento, de aquel viernes,...