Había una vez un chico llamado Eugenio el cual era muy coqueto, travieso y juguetón una mañana Eugenio se encontraba durmiendo en su cuarto. Su cabeza reposaba debajo de la almohada como era habitual. Sus pies colgaban fuera de la cama ayudándole a refrescar su cuerpo ante el suave calor del verano de ese viernes trece de enero. La Luna se había escondido temprano y la oscuridad reinaba en lanoche. A las 2:05 de la mañana, una voz, que parecía salir de las paredes, lo llamó por su nombre: Eugenio Eugenio Se escuchó varias veces. Palpeo sobre su mesita queriendo encender el velador. Lo único que consiguió fue tirar, al piso, un bollo de papeles, su celular nuevo, un llavero y un vaso de vidrio vacío, que había dejado allí antes de acostarse. Por suerte, la alfombra de la pieza amortiguóel ruido y evito una tragedia. Viendo que no lograba nada, cejó en su intento. Intrigado, y un poco molesto, optó por responder a quien le hablaba: ¿Quién anda ahí? ¿Papá, eres tú? ¿Pasa algo malo? ¿Qué hora es? La voz no se hizo esperar: ¡Eugenio! Soy yo Tu hermano. Pablo. Pablo Pero… ¡si tú estás muerto! ¿Estoy soñando todavía? ¿O es alguna clase de broma? ¡Vamos que no estoy para eso a estashoras de la madrugada! ¿Qué hora es? Son casi las dos y diez de la mañana le respondió quien decía ser su hermano. Y no es una broma, soy yo, Pablo. He venido a prevenirte. ¡Prevenirme! ¿De qué? Eugenio, por fin despierto, buscó de nuevo; encontró la llave del velador y lo encendió. Miró hacia todos lados. No había nadie más que él en ese cuarto. Así y todo, la voz seguía hablándole desde detrás delas paredes. No tengo tiempo para demasiadas explicaciones le dijo el supuesto Pablo. Estás en peligro. Necesito que vayas al cementerio donde estoy enterrado, abras mi tumba y quites de mi cadáver el objeto que el cura acomodó entre mis brazos. Eugenio no terminaba de convencerse; por lo que le respondió: ¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? No me imagino cavando una tumba; mucho menos, denoche; menos aún la de mi hermano. ¿Y cuánto crees que me pueda llevar hacerlo? No creo que sea tan fácil. No tienes que preocuparte por eso. La tierra está blanda. No te llevará mucho. Toma las herramientas de papá: una barreta, un pico y una pala de punta. Con eso debería ser suficiente. Pero, por favor, ¡apúrate! Voy a tratar. Aunque todavía no entiendo qué sucede. ¿Cómo puedo confiar que, deverdad, eres tú? ¿Recuerdas las travesuras que hacíamos de chicos? ¿Esa vez que le rompimos la ventana a Doña Sánchez y dijimos que habían sido otros niños para que no nos retaran? ¿Te acuerdas, Eugenio? Es verdad recordó Eugenio. Nunca le contamos a nadie. Está bien, haré lo que me dices, aunque no deja de darme un poco de miedo todo esto. ¿Me dirás luego que pasa y sobre qué quieres advertirme?¡Claro que sí! Pero primero, ven cuanto antes al cementerio. Si no, podría ser muy tarde convencido de que debía hacer lo que le pedían Eugenio se dirigió a la planta baja de su casa, sacó las herramientas del garaje, las cargó en la camioneta de su padre, abrió el portón tratando de no hacer mucho ruido y se marchó de allí en el vehículo. Llegó lo más rápido que pudo adonde estaba enterrado suhermano. El sitio le daba un poco de pavor, un sudor frío comenzó a mojarle la frente y la espalda. Las puertas del cementerio estaban abiertas. Entró con la camioneta y la estacionó frente a la tumba que conocía muy bien. Dejo las luces encendidas para poder iluminarse. Consciente de que el tiempo jugaba en su contra o eso pensaba, tomó el pico y la pala, y comenzó a cavar. En efecto, la tierraestaba blanda. Al cabo de media hora tuvo noción de lo que significaba estar seis pies bajo tierra: “un metro ochenta es mucho”, reflexionó. Recién había avanzado apenas unos treinta centímetros. Como a eso de las cinco de la mañana se topó con el cajón. Cavó un poco a su alrededor y, cuando vio que asomaban los bordes de la tapa, se detuvo. Buscó la barreta en la camioneta y la usó para abrir el...
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