Estudiante
La universidad se había vuelto un fastidio: mis supuestas amigas (que en aquel momento no lo eran tanto) comenzabaa fastidiarme a diario con miradas inquisidoras ya que ninguna se atrevía a preguntarme si me estaba muriendo definitivamente. Supongo que en estas situaciones siempre es más fácil hacerla vista gorda o mirar para otro lado. Y la gente suele elegir lo más fácil, claramente, porque es lo que demanda menor esfuerzo. ¿Quién podía gastar algo de sus fuerzas en intentar ayudara alguien que pensaba que no necesitaba ayuda? Bien, nadie; pero eso no lo sabían: ellas no sabían si yo quería, necesitaba o estaba dispuesta a recibir ayuda. Nunca me lo preguntaron yquizás así me facilitaron el camino directo a la perdición.
No podía contar con ellas porque mi mundo era algo excéntrico. No iban a entender mis juegos, ni mis leyes, ni lo mucho que memolestaba que comiesen en frente mío; por eso era mejor dejar de verlas tanto y por eso necesitaba irme a vivir sola. Ya no quería tener que estar inventando que iba a dormir a lo de Pilaro María o Dolores o quién fuera: necesitaba mi propio departamento. En mi casa se estaban viviendo momentos de agobiante tensión que ni mi cuerpo ni mi alma podían soportar y a la vez,
Regístrate para leer el documento completo.