Estudiante

HÉCTOR LAVOE
Ya no importaba que hubieran atribuido la falta de apetito, los mareos y los demás síntomas a los nervios. De hecho, los nervios fueron inventados paraque los colegas de profesión tuvieran la perfecta excusa para los casos inexplicables. Si esto fallaba, siempre podían recurrir a las originales frases: << estoes una pasa o esto es un virus>>. ¿Qué tipo de pasa?, ¿Qué tipo de virus? Daba igual, para gran Héctor Lavoe.
Ya no importaba que hubieran mandado a HéctorLavoe al consultorio de ITS o de ELISA, puesto que se pensaba que aquellas fiebres, dolor de cabeza, dolor de garganta, glándulas linfáticas inflamadas y erupciones – queson similares a una gran variedad de enfermedades-, no serían pruebas suficientes para decirle que había sido infectado por el HIV– SIDA. Ellos, los sanos de VIH, ibana curar a Héctor Lavoe a base de una colección interminable de pastillas e inyecciones. Un tratamiento que ellos mismos nunca recetarían a un hijo o a un amigo.
Yano importaba que aquellos doctos irracionales estudien el caso, sí al cabo les daba igual si Héctor Lavoe se sentía bien o no. Ni siquiera importaba que lasimágenes preventivas que deambulaban en el nosocomio fueran agradables para el público. Por otro lado, nunca se preocuparon de hacer a Héctor Lavoe un simple análisis desangre o algún otro tipo de prueba.
Ya no importaba, porque Héctor Lavoe había dejado su vida debajo de aquel inmundo y triste edificio de Nueva York. Y ya no importabasi había sido el cuerpo de Héctor Lavoe el aliciente de grandes protestas en post de un mundo sin VIH o si había sido el gigantesco amor que llevaba por dentro.