Estudiante

Estoy atento a su respiración. De espaldas a mí, Carla duerme. Es tan difícil: estoy tendido en la misma cama que ella y no puedo besarla, acariciarla o darle alguna muestra del infinito cariño que le siento. Solo puedo verla allí y respetar su cuerpo. Respetarla como ella me enseñó a hacerlo desde que le confesé que la amo, hace tanto tiempo. Por tanto, no tengo permitido darle las caricias osusurros que le deseo expresar. No debo importunarla ni siquiera con las palabras de agradecimiento que quisiera dedicarle por darme el honor de compartir mi cama con ella. Porque lo que más quiero es que se sienta cómoda durante su estadía en mi casa.
Miro el reloj: es casi mediodía. Como siempre, dormí hasta tarde. Escucho la respiración profunda de Carla y entiendo que ella sigue dormida. Nose ha ido a primera hora como me lo prometió. Sigue dormida y eso me da a entender que está cómoda aquí conmigo o que tenía mucho sueño. De todas maneras, tener a Carla dormida a mi lado me hace pensar que posiblemente a partir de hoy: tendré los mejores días de mi vida.

Mi mente está más que tranquila sobre el hecho de una posible vida al lado de Carla; se regocija de júbilo. Sé que mi casaestá limpia y ordenada. Tengo una casa en la que puedo acoger a una persona durante todos los días que quiera quedarse. Y es que mi casa: pequeña, de solo dos cuartos (el principal y el baño), de piso alfombrado, paredes negras y con una sola cama; la compré y amoblé pensando solo en mí. Solo tengo aquí –además de la cama–: un televisor y un videojuego frente a la cama, una computadora en unaesquina, un refrigerador con un horno microondas en otra esquina, un librero con muchos libros, mi guardarropa y mi mesita y lámpara de noche junto a la cama. No tengo sofás, solo una silla para cuando escribo en la computadora; no tengo ningún foco en el cuarto principal, solo uno en el baño. Mi casa en general tiene un aspecto tenebroso; me gusta así. Siempre la soñé así. Carla no estaba incluidaen el sueño: estaba incluida en mis fantasías más quiméricas.

Me levanto de la cama y me dispongo a preparar el desayuno. Me aproximo al refrigerador y saco de su interior una pizza congelada para mí y una botella de coctel de maracuyá. Me pregunto que le gustará a Carla como desayuno y decido mejor salir a comprarle un pastel, frutas y un par de botellas más de coctel. Salgo de la casa y sinpoder evitar sonreír, camino hacia la tienda con el deseo de que al regresar, pueda encontrar a Carla ya despierta y que me salude con un beso. Uno en la mejilla bastaría. Un simple apretón de manos sería lo único que necesitaría para volver a enamorarme de ella como cuando era solo un adolescente de quince años. Cuando vuelvo a casa, mi mirada va directamente al lugar donde estaba Carla antes deque yo saliera. La cama está pulcramente tendida, pero Carla ya no está en ella.

Me siento preso de una dolorosa decepción. Todas mis ilusiones de vivir con Carla se deshacen y me entra la incertidumbre acompañada de ganas de llorar. Hasta que oigo el rumor del agua corriendo en mi ducha y me regresa la alegría y siento como si un rayo de luz emergiera de mis adentros hasta hacerme brillar,hasta hacerme sentir como una figura fosforescente en medio de las penumbras de mi casa. Me acuerdo también que no he ido al baño desde que desperté y que el vendedor y las personas de la tienda me veían divertidos por mi cabellera larga y despeinada y las legañas y tal vez algún pequeño rastro de saliva en las comisuras de mi boca. Cómo sea, dejo el pastel de Carla y las dos botellas de coctelde maracuyá y las frutas sobre el aparador de la computadora y salgo fuera de mi casa y en el jardín que me separa de la calle me lavo la cara y me mojo la cabellera con un poco de agua mineral y vuelvo a ingresar muy animado.

Esta vez, me encuentro con Carla, acaba de salir del baño. Tiene el cabello mojado y echado todo hacía atrás haciendo que se le humedezcan los hombros y lleva puesta...