Estudiante
en 1971. Se formó en el Trinity Colle
ge y en la Universidad de East Anglia,
en Norwich. Autor de otras cuatro nove
las — The Thief of Time, The Congress of
Rough Riders, Crippen y Next of Kin—, El
niño con el pijama de rayas no sólo supuso
la consecución de un éxito unánime en
todos los países donde se ha publicado
(se traducirá a veintidósidiomas), sino
que además en Irlanda se mantuvo en el
número 1 de la lista de libros más vendi
dos durante 35 semanas. Ha sido finalis
ta de los premios Borders Original Voices
y Ottakar's Children's Book Prize, y no
minada al «Index on Censorship» Award,
al Premio Ungari Unicef y a la Carne
gie Medal. Miramax/Disney prepara un
largometraje con la dirección de M a r k
Herman.
J ohnBoyne
EL NIÑO CON EL
PIJAMA DE RAYAS
Traducción del inglés de
Gemma Rovira Ortega
salamandra
Título original: The Boy in the Striped Pyjamas
Ilustración de la cubierta: Reproducida por acuerdo con
Random House Children's Books, parte de Random House Group Ltd.
Copyright © John Boyne, 2006
Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra,2007
Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A.
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informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler
o préstamo públicos.
ISBN: 978-84-9838-079-8
Depósito legal: B-34.937-2007
1* edición, febrero de 2007
5" edición, junio de 2007
Printed in Spain
Impresión: Romanyà-Valls, Pl. Verdaguer, 1
Capellades, Barcelona
para Jamie Lynch
E ldescubrimiento de Bruno
Una tarde, Bruno llegó de la escuela y se llevó una
sorpresa al ver que Maríaa, la criada de la familia —que
siempre andaba cabizbaja y no solía levantar la vista
de la alfombra—, estaba en su dormitorio sacando
todas sus cosas del armario y metiéndolas en cuatro
grandes cajas de madera; incluso las pertenencias que
él había escondido en el fondo del mueble, que eransuyas y de nadie más.
—¿Qué haces? —le preguntó con toda la educa
ción de que fue capaz, pues, aunque no le hizo ningu
na gracia encontrarla revolviendo sus cosas, su madre
siempre le recordaba que tenía que tratarla con res
peto y no limitarse a imitar el modo en que Padre se
dirigía a la criada—. No toques eso.
Maria sacudió la cabeza y señaló la escalera, de
trás de Bruno, dondeacababa de aparecer la madre
del niño. Era una mujer alta y de largo cabello peli
rrojo, recogido en la nuca con una especie de redeci
lla. Se retorcía las manos, nerviosa, como si hubiera
algo que le habría gustado no tener que decir o algo
que le habría gustado no tener que creer.
—Madre —dijo Bruno—, ¿qué pasa? ¿Por qué
Maria está revolviendo mis cosas?
—Está haciendo las maletas.—¿Haciendo las maletas? —repitió él, y repa
só a toda prisa los días anteriores, considerando si
se había portado especialmente mal o si había pro
nunciado aquellas palabras que tenía prohibido
pronunciar, y si por eso lo castigarían mandándolo a
algún sitio. Pero no encontró nada. Es más, en los úl
timos días se había portado de forma perfectamente
correcta y no recordaba haber causadoningún proble
ma—. ¿Por qué? —preguntó entonces—. ¿Qué he
hecho?
Pero Madre ya había subido a su dormitorio,
donde Lars, el mayordomo, estaba recogiendo sus
cosas. La mujer echó un vistazo, suspiró y alzó las
manos con gesto de frustración antes de volver hacia
la escalera. En ese momento Bruno subía, porque no
pensaba olvidar el asunto sin haber recibido una ex
plicación.
—Madre...
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