Estudio de antropl
KSTUDIOS
DE
ANTROPOLOGÍA
CRIMINAL
POR
ENRIQUE
FERRI
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TERCERA EDICIÓN
MADRID
C u e í ' i de Saato Domingo, 16. T ^i'
Es propiedad. — Queda hecho el depósito que marca la lej.
4071.—AVRIAL, impresor, San Bernardo, 92.
ESTUDIOS
DE
Trabajo y celJas de los condeaados.
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Señores;
ANSADO
por el ímprobo trabajo de unasemana de Congresos antropológicoa y penitenciarios, con sus naturales consecuencias de vivas y animadas discusiones, de febril y solitaria preparación para batallas campales [y escaramuzas imprevistas, no estoy en las condiciones psicológicas necesarias paxa
daros la conferencia á que me he comprometido. Me resuelvo, sin embargo, á cumplir mi empeño, tanto por el cariño que profeso á estosestudios, como por la esperanza que abrigo de que será conveniente una conversación pública y sin pretensiones acerca de lo3 dos Congresos que se han celebrado en la semana anteiior, pensando que tendrá interés mi conferencia por este motivo, y acaso sea útil á la propaganda de los principios que nosotros, los positivistas, creemos que ofrecen solución á los intrincados problemas de aquella partede la vida patológica social que se manifiesta en el delito y sus consecuencias. E n condiciones psicológicas bien poco favorables me presento: ya podéis presumir el estado de excitación cerebral (¿ue acom-
paña á la lucha pacíüca, pero ardiente, por convicciones profundas, por esperanzas arraigadas y por ideales desconocidos, en una asamblea pacífica, en la que por primera vez se ha reunidouna falange de positivistas que, al no seguir los caminos trillados é infecundos, recogen, como todos los heterodoxos, á veces la simpatía, á veces la desconfianza, en unas ocasiones se animan á seguir su camino, y en cambio, en otras, desfallecen acosados por los más fuertes dicteidos. Finos bordados, pespuntes procedentes del trabajo de alguna ladrona ó envenenadora; cajas de caudales construidaspor las débiles manos de a]gún raterillo ó precoz homicida, que encerrado en las prisiones, llamadas piadosamente de corrección, acaso al.
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construirlas haya aprendido á abrirlas con fines nada honrados; vestidos de las más extrañas h e churas, ya bastos y de tonos duros, ya vistosos y de vivos colores; juguetes en los que se ve el contraste de la inocente alegría que han deproporcionar y el pensamiento de quien los ha construido, en alguna cuadra, en medio de narraciones lúbricas ó de bandidos; cerraduras complicadas y complicadas máquinas agrícolas; toda clase de productos industriales, desde el sencillo escabel al armario de lujo... todo esto y mucho más ha pásalo ante nuestra vista visitando el pintoresco bazar carcelario. Cráneos, cifras jeroglíficas de datosantropométricos y estadísticos, caricaturas hechas por locos, que bcamente discutían sus des-
equilibrados conceptos, dando á veces apariencia y esencia de verdad á la desordenada fosforescencia de cerebros enfermos; tatuajes que, con la nota viva del presente, nos remontan á las costumbres de nuestros antiguos antecesores, que sobre su piel señalaban los escudos de su nobleza guerrera;preparaciones anatómicas y monstruosas del Ecce homo; retratos de emperadores romanos y de delincuentes que lian sobrevivido á la turba vulgar por la infamia de sus delitos, que revelan más ferocidad ó más astucia, y retratos (que, con los anteriores, forman elocuente contraste) de mártires y apóstoles políticos, á los que el ímpetu de la pasión generosa impulsó contra la ley penal, que no era tutela dela ordenada libertad, sino forma iurídica simulada é
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instrumento de temeroso despotismo; estatuitas y dibujos de reclusos de cárceles ó manicomios que representan el arte en sus primeros pasos... todo el kaleidoscopio doloroso y brutal de nuestra vida civilizada, se ha entrevisto en la Exposición antropológicocriminal, adivinándose inexploradas profundidades del mundo...
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