estudio de la muerte

Esta bella chelista lo tenía todo…
Menos lo que ella anhelaba en la vida
POR DEBRA GORDON

Era un caluroso día de junio de 1999; tanto, que los músicos que tocaban en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú se envolvían en sábanas mojadas durante los descansos para refrescarse. Pero ya antes de apagarse el eco de la última nota, sabían que le habían hecho justicia a la bella rusa quehabía vuelto para grabar su primer álbum.
Después de la grabación, músicos y técnicos corrieron a refugiarse en el frescor de sus cuartos de hotel, y Nina Kotova se quedó sola en la imponente sala.
La chelista, de 29 años, camino entre las butacas con la espalda erguida, como una bailarina, subió al escenario y, bajo la alta bóveda, cerró los ojos y escuchó…
En medio del silencio oyó la música:Rajmáninov, Chaikovski, y luego, elevándose sobre ellos, los graves y sonoras notas del contrabajo de su padre.

Hacia ya 14 años que Iván Kotov había muerto, pero en ese recinto, donde había estudiado y tocado, a Nina le pareció tenerlo cerca. Percibió su energía junto con la de los grandes maestros que se habían presentado allí, y comprendió que, después de todo, el azaroso camino de su vidatenía sentido

Ivan Kotov era un hombre grande, tanto física como espiritualmente; se decía que manejaba el enorme contrabajo como si fuera un violín.
A los tres años, Nina divertía a su padre metiendo dulces por las aberturas del contrabajo. Pocos años después descubrió el dulce sonido del violonchelo, un instrumento muy parecido, pero más adecuado para el tamaño de una niña.
Cuando tenía sieteaños, la invitaron a estudiar el chelo en el Conservatorio de Moscú, y empezó a practicar sin descanso, hasta que los dedos le sangraban y le dolía la cabeza. Atrancaba la puerta de su habitación con los muebles para impedirle el paso a su madre y evitar las distracciones. “La música era lo único que existía para mí”, cuenta en inglés con un leve acento ruso.
Pero mientras que a ella se le abríanlas puertas del mundo de la música, a su padre, hombre orgulloso e independiente, se le iban cerrando una a una, hasta que se perdió el favor de las autoridades soviéticas. Aunque era ampliamente reconocido como virtuoso del contrabajo, su fama de agitador dio al traste con su carrera, que no llegó a desarrollarse a la altura que prometía.
Cuando, en 1985, Nina entonces de 15 años, ganó laprestigiosa Competencia Internacional de Praga, su alegría quedó empañada por la noticia de que su padre había caído enfermo. Tras ser hospitalizado por una enfermedad pulmonar, Iván murió a la edad de 35 años.
Para Nina: la causa de su muerte está bien clara: su espíritu se quebrantó bajo el peso de la opresión. Y cree que las cosas no acabaron allí. Está convencida de que, después de esta tragedia, aella la hicieron pagar el modo de ser bohemio de su padre.
Su triunfo en Praga debía haber sido la puerta a una gloriosa trayectoria en el mundo de la música, pero no hubo reconocimientos ni se le programaron conciertos. “Sólo a unos cuantos compañeros se les ocurrió felicitarme siquiera”, recuerda. Su maestro de chelo citó a la madre de Nina en el metro para hablar con ella sin ser oídos.Esta bella chelista lo tenía todo…
Menos lo que ella anhelaba en la vida
POR DEBRA GORDON

Era un caluroso día de junio de 1999; tanto, que los músicos que tocaban en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú se envolvían en sábanas mojadas durante los descansos para refrescarse. Pero ya antes de apagarse el eco de la última nota, sabían que le habían hecho justicia a la bella rusa que habíavuelto para grabar su primer álbum.
Después de la grabación, músicos y técnicos corrieron a refugiarse en el frescor de sus cuartos de hotel, y Nina Kotova se quedó sola en la imponente sala.
La chelista, de 29 años, camino entre las butacas con la espalda erguida, como una bailarina, subió al escenario y, bajo la alta bóveda, cerró los ojos y escuchó…
En medio del silencio oyó la música:...