Estudio Eclesiatico

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de Nájera, que le han llevado a Valladolid, a Zaragoza y a Guipúzcoa, son años de una vida disciplinada, que transcurren, no obstante, salpicados de andanzas y actividades cortesanas, militares y políticas, tal y como queda reflejado en los capítulos 3 a 6 del libro, que dan cuenta de la intervención de Iñigo de Loyola en la revolución delos comuneros, la pacificación de los bandos de Guipúzcoa y la defensa del castillo de Pamplona. Son años de vida más disciplinada, si bien en continuidad con «un grande y vano deseo de ganar honra», con locas aspiraciones a la mano imposible de una dama de estirpe regia. Su fiel secretario Polanco ha dejado escrito: «Aunque era aficionado a la fe, no vivía nada conforme a ella ni se guardaba depecados, antes era especialmente travieso en juegos y cosas de mujeres, y en revueltas y cosas de armas; pero esto era por vicio de costumbre». De este fondo de contrastes surge la estampa histórica de Iñigo de Loyola, «hombre dado a la vanidades del mundo», «tentado y vencido del vicio de la carne» (Laínez), que cambia empero radicalmente de vida (cap. 8). En este contexto aflora una quaestiodisputata asociada a aquellos años; me refiero al interrogante acerca de si Ignacio de Loyola tuvo u no una hija, una hipótesis que se ponen en relación con su paso por Navarrete (en 1522) y el texto correspondiente de la Autobiografía (n. 13) que dice: «Y cobró los dineros, mandándolos repartir en ciertas personas a quienes se sentía obligado, y parte a una imagen de Nuestra Señor, que estaba malconcertada, para que se concertase y ornase muy bien» (cf. p. 163-164). Martínez de Toda ya había estudiado este asunto en dos trabajos previos: uno, sobre «El apellido Loyola en La Rioja del siglo xvi» [Manresa 73 (2001) 65-94], y, otro, «María Villarreal de Loyola, ¿presunta hija de Iñigo de Loyola? (Los Loyola de La Rioja del siglo xvi)» [Archivum Historicum Societatis Iesu 75 (2006) 325-360], dondedesbarata la hipótesis de la hija de S. Ignacio. Hay otro aspecto que también toca el libro, y son los primeros escarceos de la Compañía de Jesús en La Rioja. Dada la familiaridad de Iñigo de Loyola con esta región, se entiende que hubiera un rápido florecimiento, esto es, frutos maduros de aquellas incipientes semillas. Fue el ex duque de Gandía, Francisco de Borja, entonces ya comisario osuperior de la Compañía en España, quien escribe en febrero de 1559 al P. General, a la sazón Diego Laínez, para que se abra colegio
en Logroño.—S. MADRIGAL.

GONZÁLEZ MONTES, Α., Imagen

de Iglesia. Eclesiología en perspectiva ecuménica (BAC, Madrid 2008), 679p., ISBN: 978-84-7914-934-5.

Al nombre del autor de este libro, Monseñor Adolfo González Montes, va vinculada la edición en lenguacastellana de la colección más importante de documentos ecuménicos del tiempo postconciliar, los dos volúmenes que componen el Enchirìdion Oecumenicum. Es un dato significativo para percibir anticipadamente el alcance de este libro Imagen de Iglesia. Eclesiología en perspectiva ecuménica. Estamos ante una recopilación de estudios, como confiesa el autor, al presentar la bibliografía general: «La obrapresente se ha podido confeccionar gracias a los materiales que han anticipado su contenido y le han servido de tejido para dar articulación a esta eclesiología ecuménica» (p.XXXTX). De hecho, el volumen recoge 23 trabajos firmados por el
ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS, vol. 86 (2011), núm. 336, ISSN 0210-1610 pp. 173-193

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actual obispo deAlmería: el más antiguo lleva fecha de 1983 y el más reciente es de 2006. Sin embargo, se puede decir que el resultado final es una obra unitaria, concebida en cuatro partes que respiran el hálito común para ser una «eclesiología ecuménica», ya que los distintos materiales han conocido una adaptación para ser incluidos en esta obra (p.XXIII). Para su presentación hay que comenzar reparando en esa...