Estudio en Escarlata
Estudio en Escarlata
Estudio en escarlata
Noviembre de 1887
Sir Arthur Conan Doyle
Sherlock-Holmes.es
2
Estudio en Escarlata
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
(Reimpresión de las memorias de John H. Watson, doctor en medicina
y oficial retirado del Cuerpo de Sanidad)
Capítulo
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Pág.
Mr. Sherlock Holmes
La ciencia de ladeducción
El misterio de Lauriston Gardens
El informe de John Rance
Nuestro anuncio atrae a un visitante
Tobías Gregson en acción
Luz en la oscuridad
3
9
14
21
25
29
34
SEGUNDA PARTE
La tierra de los santos
Capítulo
1.
2.
3.
4.
5.
6.
En la gran llanura alcalina
La flor de Utah
John Ferrier habla con el profeta
La huida
Los ángeles vengadores
Continuación de lasmemorias de John Watson, doctor en
Medicina
7. Conclusión
Pág.
39
45
49
52
57
62
68
3
Estudio en Escarlata
PRIMERA PARTE
(REIMPRESIÓN DE LAS MEMORIAS DE JOHN H. WATSON, DOCTOR EN
MEDICINA Y OFICIAL RETIRADO DEL CUERPO DE SANIDAD)
CAPÍTULO UNO
MR. SHERLOCK HOLMES
En el año 1878 obtuve el título de doctor en medicina por la Universidad de Londres, asistiendo
después en Netleya los cursos que son de rigor antes de ingresar como médico en el ejército.
Concluidos allí mis estudios, fui puntualmente destinado el 5º de Fusileros de Northumberland en
calidad de médico ayudante. El regimiento se hallaba por entonces estacionado en la India, y antes de
que pudiera unirme a él, estalló la segunda guerra de Afganistán. Al desembarcar en Bombay me
llegó la noticia de quelas tropas a las que estaba agregado habían traspuesto la línea montañosa,
muy dentro ya de territorio enemigo. Seguí, sin embargo, camino con muchos otros oficiales en
parecida situación a la mía, hasta Candahar, donde sano y salvo, y en compañía por fin del
regimiento, me incorporé sin más dilación a mi nuevo servicio.
La campaña trajo a muchos honores, pero a mí sólo desgracias y calamidades.Fui separado de
mi brigada e incorporado a las tropas de Berkshire, con las que estuve de servicio durante el desastre
de Maiwand. En la susodicha batalla una bala de Jezail me hirió el hombro, haciéndose añicos el
hueso y sufriendo algún daño la arteria subclavia. Hubiera caído en manos de los despiadados ghazis
a no ser por el valor y lealtad de Murray, mi asistente, quien, tras ponerme detravés sobre una
caballería, logró alcanzar felizmente las líneas británicas.
Agotado por el dolor, y en un estado de gran debilidad a causa de las
muchas fatigas sufridas, fui trasladado, junto a un nutrido convoy de
maltrechos compañeros de infortunio, al hospital de la base de Peshawar.
Allí me rehice, y estaba ya lo bastante sano para dar alguna que otra
vuelta por las salas, y orearmede tiempo en tiempo en la terraza, cuando
caí víctima del tifus, el azote de nuestras posesiones indias. Durante
meses no se dio un ardite por mi vida, y una vez vuelto al conocimiento de
las cosas, e iniciada la convalecencia, me sentí tan extenuado, y con tan
pocas fuerzas, que el consejo médico determinó sin más mi inmediato
retorno a Inglaterra. Despachado en el transporte militar Orontes,al mes
de travesía toqué tierra en Portsmouth, con la salud malparada para
siempre y nueve meses de plazo, sufragados por un gobierno paternal,
para probar a remediarla.
No tenía en Inglaterra parientes ni amigos, y era, por tanto, libre como
una alondra -es decir, todo lo libre que cabe ser con un ingreso diario de
once chelines y medio-. Hallándome en semejante coyuntura graviténaturalmente hacia Londres, sumidero enorme donde van a dar de manera fatal cuantos desocupados
y haraganes contiene el imperio. Permanecí durante algún tiempo en un hotel del Strand, viviendo
antes mal que bien, sin ningún proyecto a la vista, y gastando lo poco que tenía, con mayor
liberalidad, desde luego, de la que mi posición recomendaba. Tan alarmante se hizo el estado de mis
finanzas que...
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