Etica Del Ingeniero Petrolero
[Cuento: Texto completo]
Gabriel García Márquez (Adaptación) |
El criado llega aterrorizado a casa de su amo.-Señor -dice- he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.El amo le da un caballo y dinero, y le dice:-Huye a Samarra.El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra a la Muerte en el mercado.-Esta mañana le hiciste a micriado una señal de amenaza -dice.-No era de amenaza -responde la Muerte- sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.FIN |
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/muerte.htm |
El gesto de la muerte
[Minicuento. Texto completo]Jean Cocteau |
Un joven jardinero persa dice a su príncipe:-¡Sálvame! Encontré a la Muerte estamañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche enIspahán.FIN http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/muerte.htm |
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La muerte
[Cuento. Texto completo]Enrique Anderson Imbert |
La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos pero con la cara tan pálida que a pesar del mediodía parecía que en su tez se hubiese detenido un relámpago) la automovilista vio en el camino a una muchacha que hacía señas para queparara. Paró.-¿Me llevas? Hasta el pueblo no más -dijo la muchacha.-Sube -dijo la automovilista. Y el auto arrancó a toda velocidad por el camino que bordeaba la montaña.-Muchas gracias -dijo la muchacha con un gracioso mohín- pero ¿no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas? Podrían hacerte daño. ¡Esto está tan desierto!-No, no tengo miedo.-¿Y si levantaras a alguien que teatraca?-No tengo miedo.-¿Y si te matan?-No tengo miedo.-¿No? Permíteme presentarme -dijo entonces la muchacha, que tenía los ojos grandes, límpidos, imaginativos y enseguida, conteniendo la risa, fingió una voz cavernosa-. Soy la Muerte, la M-u-e-r-t-e.La automovilista sonrió misteriosamente.En la próxima curva el auto se desbarrancó. La muchacha quedó muerta entre las piedras. La automovilistasiguió a pie y al llegar a un cactus desapareció.FIN |
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Cuentos de amor
[Serie de 43 cuentos breves. Textos completos]Emilia Pardo Bazán |
El amor asesinado1Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo.Empezó poniendotierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor sucabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomóagobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.Furiosa, hizo tomar las grietas y...
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