Eutanasia
Me permito proponerles un ejercicio:
Apartémonos unos momentos de nuestra realidad impuesta, de nuestra vidatibia y cobarde.
Seamos moribundos.
Yo así lo haré:
Entonces me encontrarán, con los huesos carcomidos por la polilla de los años, con los ojos ahumados y la garganta seca.
Yaciente enuna blanca cama, fría, a pesar que mi cuerpo lleva ahí varios días, o semanas.
Es que nadie considera la agonía como la cumbre de la vida?
Acostumbrados a vivir por simplemente vivir, olvidamos elplacer del respirar, la dicha del enojo y el éxtasis de la luz.
Lo simple amaremos, cuando nuestras entrañas purulentas se convulsionen embargadas de pánico y dolor. Cuando nuestros ojos rehúsenabrirse y nuestra voz deje de oirse.
Nuestro sistema legal, a nivel mundial, observa como el más sagrado el derecho a la vida. Valiente confusión.
Nos obligan, junto con un caduco ambientedogmático, de todas las religiones, a creer que es lo mismo el derecho a la vida que el derecho a vivir.
Que Dios me libre de la vida, si no la puedo vivir. Que el destino me prohíba estar, si no puedoser. No quiero estar sin ser. Repudio la vida si no voy a vivir.
Se repudia el aliento cuando causa dolor, así como se huye al medicamento que, aunque sana, condena.
No quiero respirar de unamanguera, no quiero alimentarme de una sonda, si mi corazón se resiste, por qué le obligan a contraerse al ritmo de una máquina, y no al ritmo de mi propio anochecer?
Acaso es tan difícil? Ya no quierola vida, porque no estoy vivo: he muerto hace días, y dejé de vivir hace años.
Mi vida es mi derecho, no mi obligación. No me obliguen! Mi vida es mi derecho, no mi condena. No me condenen! Mivida es mi derecho, es mi derecho!
No quiero que se me quite este derecho, lo que pido es que se me permita hacer uso de él a mi antojo: cuando mis cabellos blancos no inspiren más respecto, cuando...
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