evolucion
trastoca completamente la vida de las personas, de tal manera, que muchos de
quienes padecen esta enfermedad ven como nica salidala muerte. La situacin
es an ms delicada y dolorosa cuando las personas no cuentan con los medios
econmicos necesarios para obtener los medicamentos y tratamientos que se
requieren. Dentro deeste contexto no es fcil juzgar a quien, ante tales
circunstancias, pide que se le permita morir. Por lo tanto, ante tal peticin es
necesario reflexionar y proponer a la luz de los principios ynormas ticas como
jurdicas y teniendo siempre en cuenta las caractersticas del caso, una solucin
que vaya en beneficio de la persona.
¿Por qué la Iglesia condena la eutanasia si muchas vecesparece una medida de solidaridad hacia los enfermos que sufren sin remedio y están sometidos a tratamientos inhumanos?
La encíclica aborda este problema cuando se refiere al ensañamiento terapéutico.Afirma que la eutanasia debe distinguirse de la "decisión de renunciar al ensaña miento terapéutico, o sea, ciertas intervenciones médicas ya no adecuadas a la situación real del enfermo, por serdesproporcionadas a los resultados que se podrían esperar o, bien, por ser demasiado gravosas para él o su familia. En estas situaciones, cuando la muerte se prevé inminente e inevitable, se puede enconciencia renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al enfermo en casos similares.Ciertamente, existe la obligación de curarse y hacerse curar, pero esta obligación se debe valorar según las circunstancias concretas; es decir, hay que examinar si los medios terapéuticos adisposición son objetivamente proporcionados a las perspectivas de mejoría. La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; expresa más bien la aceptación...
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