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En un país cualquiera, una ciudad cualquiera y una plaza cualquiera...

Ella, joven de no más de 22 años, morena, de piel suave y llamativa, hija de un empresario importante con aspiracionespolíticas, llevó una de sus manos hacia el pecho de él, a lo menos 30 años, con una barba de tres días, alto pero no tan fornido, escritor de novelas románticas y cuentos fantásticos, mirándolo a los ojoscon una ternura descollante. Relamió sus labios con suavidad sin perder el contacto visual con él.

-Me haces sentir viva, me haces sentir... - Tomó una pausa y un respiro, mientras las hojascomenzaban a navegar a través de la hierba recién cortada de aquella plaza sumamente concurrida y prosiguió - ¿Conoces las mariposas en el estómago? - Preguntó, con visible timidez y muy juguetona - Tú mehaces sentir eso y mucho más - Finalizó, posando su diminuta cabeza en el pecho de él, acobijándose como si no hubiese un mañana, buscando sentirte segura y se aferró a la chaqueta favorita de él.

Yasí siguieron los encuentros fugaces entre ambos. No tardaban más de una hora porque ella argumentaba que no quería tener problemas con su padre, aduciendo que él le solicitaba comúnmente queestuviese el mayor tiempo posible en casa ya que ante cualquier contratiempo, era su imágen la que salía dañada.
Él no reclamaba ni reparaba en ello, accedía sin contratiempos y ya sentía que se encontrabaen una relación. Como buen escritor, solía tomar una pluma -ya que aquella le hacía ver mejor su horrenda caligrafía- y escribía sus pensamientos. No planeaba venderlos, sino que simplemente, él sabía,que, al lado de ella, su inspiración alcanzaba ribetes inimaginables.

Cada día, él buscaba sorprenderla. Con un peinado distinto, a veces se dejaba el bigote o la barba estaba o muy larga o se larasuraba a diario. Le compraba chocolates, rosas, le escribía poemas o simplemente la abrazaba y no la soltaba más; estaba, sí, enamorado.

Y con la inspiración, finalizó varias de sus obras...