Excesos De Memoria
Walter Benjamin
Debatir sobre la memoria de la Guerra Civil española y del franquismo se ha convertido, sin duda, en uno de los asuntos más frecuentes del escenario cultural y mediático español de nuestros días. A poco que nos interesemos por el tema, nos asaltan ingénies cantidades de producciones culturales ymediáticas que desbordan la capacidad de percepción de cualquier investigador que pretenda abarcar, aunque sea mínimamente, su proyección en la esfera pública. Algunos motivos para este interés tienen una razón coyuntural concreta. En el momento actual, ciertas iniciativas emprendidas por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, y sobre todo la puesta en marcha de la conocida popularmentecomo Ley de la memoria histórica, todavía en fase de negociación parlamentaria durante la redacción de este artículo, han reabierto debates que, en ocasiones, han derivado en agrias disputas editoriales de los medios de comunicación convencionales. La pretensión de esta ley, central en el programa del actual gobierno, es la de rehabilitar a las víctimas de la contienda y de la represiónfranquista. Pero, quizá debido a su difusa concepción, el proyecto de ley ha tenido la previsible contestación de sectores de la izquierda que lo encuentran demasiado tibio, de la derecha que lo consideran inútil y revanchista y también de los grupos nacionalistas. La polémica se ha extendido, como era previsible, por los nuevos media, debido a la capacidad de seguimiento, contagio e interactividad de losblogs y otros tipos de formatos de la web. La naturaleza de los argumentas varía, obviamente, si los medios y los autores son simpatizantes u hostiles al gobierno. Algunas manifestaciones mediáticas de este enfrentamiento han llegado a crear un género de la vindicación de agraviados y, en ciertos casos, de exposición manifiesta del rencor como ha ocurrido en la denominada "guerra de las esquelas"que se generalizó durante el año 2006 en los periódicos de mayor difusión. El marco de celebraciones del setenta aniversario del comienzo de la guerra, las variadas exposiciones y actos oficiales e incluso el programa de televisión La guerra filmada, que ha servido para difundir materiales propagandisticos de ambos bandos durante el conflicto, han constituido ejemplos de la latencia de un debatesobre el episodio central de la historia contemporánea de España. Si en la última década fue determinante en la reconfiguración de la memoria de la Guerra Civil la iniciativa de desenterrar los restos de los ejecutados en las fosas comunes del franquismo, las imágenes de los muertos han vuelto a aparecer, de manera muy destacada en la esfera pública, para abrir un conflicto que nunca acaba decerrarse.
En parte, este permanente revival de la Guerra Civil y de la dictadura franquista dirige constantemente su proyección cultural y política hacia otro periodo histórico más reciente: la Transición. De este modo, se interroga fundamentalmente por las condiciones que permitieron la liquidación de un régimen dictatorial represivo y trasnochado para dar paso a una sociedad moderna y homologablecon los países más avanzados de Europa. Los acontecimientos ocurridos entre 1975, año de la muerte del dictador, y 1992 en el que los festos de la Exposición Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona cerraron alegóricamente el paso a la modernidad, supusieron transformaciones profundas en el entramado social e intentaron establecer una fractura con el pasado en el imaginario colectivo. Sinembargo, la vuelta periódica de los fantasmas de ese oscuro periodo de nuestra historia proyecta una sospecha permanente sobre los procesos llevados a cabo en los años clave de la Transición. Más específicamente, se trata de entender por qué el consenso político que permitió un paso relativamente civilizado de la dictadura a la democracia tuvo repercusiones que aún no han sido superadas en la...
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