Expreriencia de trabajo en el peru
Losprimeros meses me encontré acompañando a los jóvenes en formación que ya habían hecho sus primeros votos en una fraternidad en Lima, la capital. Allí pude conocer todas las facetas de la pobreza y pude experimentar cómo ésta afecta a todo el ser humano. Descubrí que la pobreza más severa era la que hace perder a la persona su dignidad y con ella la confianza en que vale y merece ser respetado. Pudeconocer a religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos que se la jugaban a favor de los demás. Hombres y mujeres cuyo tiempo no les pertenecía, con miedo a meterse en determinados ambientes y al mismo tiempo con una enorme fuerza interior y una gran capacidad de ayudarse recíprocamente a la hora de lograr aquello que solos no pueden. Lima fue el lugar de los grandes retos… las horas en un hospitalcon un hombre recogido en la calle, o en la comisaria para que una joven empleada del hogar pudiera presentar su denuncia por acoso, o en el hospital con un joven esperando el resultado de un análisis de SIDA, … A veces tenía la impresión de poder poner rostro a situaciones que hasta entonces había conocido por los libros o por las películas.
La apertura de una nueva fraternidad nos llevó adistribuirnos de nuevo los hermanos que vivíamos en el Perú y pasé a Huamachuco, capital de la Provincia de Sánchez Carrión, en los Andes a 3250 mt sobre el nivel del mar. Allí, desde hace poco más de 50 años, los hermanos estamos al servicio de la Prelatura y de las personas que viven en su territorio. En el marco de un paisaje hermoso luchan por vivir en medio de la miseria más grande decenas demiles de familias. El campo es duro para el trabajo, y quitando pocos terrenos en valles, la mayoría ocupan cerros en los que sólo el trabajo manual de la tierra puede producir frutos. Tampoco ofrece muchas oportunidades para algo que no sea sobrevivir, y la misma dureza del clima, la altura y las condiciones de vida llevan a las personas a formas de vida en las que no dejan de hacerse presente laviolencia, la falta de afecto, la soledad y el abandono. Sin que lo anterior deje de ser cierto, está presente en todos un fuerte sentido comunitario, especialmente en las desgracias; una piedad profunda, un fuerte deseo de Dios, el amor por sus tradiciones y el deseo de que en la fiesta se puedan expresar con libertad todas las emociones que en la dura condición de cada día no se expresan.
Noes fácil estar entre ellos. Las diferencias son muchas, a mí las que más me cuestan son las que vienen de rasgos de su mentalidad o estilos de vida que tengo la certeza de que no les ayudan a crecer y a progresar. En esos momentos, que son muchos, el vivir “no juzguen y no serán juzgados” me ayuda a comenzar de nuevo y a ver lo que ellos hacen como algo de lo que aprender. He descubierto así quemuchas de las formas de organizarse o de vivir tienen más capacidad de relacionarse bien con un medio tan hostil que las mías. Que lo que a mí me parece atraso se muestra menos adaptado que lo que ellos, por años, llevan viviendo.
Tampoco lo es anunciar el Evangelio y llevarlos la vida que la Iglesia propone. Los campesinos viven una religiosidad muy peculiar… y lo que nosotros proponemos estambién muy peculiar. La primera tentación es la de “arrancar y plantar”, la de no participar de ciertas manifestaciones o la de ponerse en contra de ciertas costumbres que para ellos son cristianas, pero que no encuentran en el Evangelio su fundamento. “Me hecho todo a todos para ganar, sea como sea a unos pocos” se muestra siempre como la forma de acercarme a esas formas de expresión. Recojo lo...
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