Facismo
En el lenguaje cotidiano y político, apostrofar como “fascismo” las prácticas autoritarias de las dictaduras y hasta las actitudes autoritarias en un régimen democrático se ha convertido en un lugar común. Calificarlas de “comunismo” sería políticamente incorrecto –cuando no incorrecto a secas-; de “nacional-socialismo” una extravagancia, y detotalitarismo o proto-totalitarismo despertaría inmediatamente las rápidos reflejos reactivos del socialismo, que tiene muy claro que el solo empleo de la palabra hace entrar al marxismo en la zona de peligro, y a quien la utiliza, en el campo enemigo. ¿Por qué una variante atenuada del totalitarismo como el fascismo –singular desde el punto de vista histórico y geográfico- es presentada como el arquetipode la teratología social?
Previniendo críticas de quienes desconocen el pensamiento crítico, no hay en estos párrafos el menor asomo de intento de rehabilitación del fascismo, sino un análisis objetivo y un desenmascaramiento de las razones de la denunciada deformación. Es hora de que muchos superen el temor a los denuestos de la izquierda, por decir las cosas con claridad. Más fácil y más cómodoes entrar en su juego, y calificar a todo lo que no nos gusta de “fascismo”. Eso es, cuando no cobardía ideológica, una muestra de ignorancia. El fascismo italiano –originado, no nos olvidemos, en el socialismo marxista- fue una versión “a la italiana” del totalitarismo, mucho menos criminógena que el nazismo, del que dependía al punto que la “colaboración militar” del Eje se convirtió en una realocupación de Italia por el ejército alemán. No puede generalizarse como el mayor de todos los males, al que ciertamente fue una versión segundona –afortunadamente para Italia- y carente de la demencial convicción del nacional-socialismo. La recurrente caracterización como arquetipo de una dictadura de antaño –comparativamente menos sangrienta- no excusa a los liberticidas de hogaño.
Nazismo yfascismo
Por lo pronto, salta a la vista para el observador menos avisado la brecha enorme entre el grado de criminalidad y opresión del nacional socialismo (nazismo) y el fascismo italiano. La persecución sistemática de los judíos no existió en la Italia fascista, como lo señala Hannah Arendt : “Suecia, Italia y Bulgaria, al igual que Dinamarca, resultaron inmunes al antisemitismo…Italia yBulgaria sabotearon las órdenes alemanas y emprendieron un complicado juego de engaños y trampas que les permitió salvar a sus judíos…Los nazis sabían muy bien que tenían mayor afinidad con la versión del comunismo aplicada por Stalin que con el fascismo italiano. Y por su parte, Mussolini no tenía excesiva confianza en Alemania ni demasiada admiración por Hitler…el mundo en general nunca comprendió lasprofundas y decisivas diferencias existentes entre las formas de gobierno totalitario, por una parte, y el fascismo, por otra. Diferencias que en ningún caso se pusieron tan de relieve como en el tratamiento de la cuestión judía…el sabotaje de los italianos a la Solución Final adquirió proporciones verdaderamente graves (2), debido principalmente a la influencia que Mussolini ejercía en otrosgobiernos fascistas de Europa, es decir en la Francia de Pétain, la Hungría de Horthy o la Rumania de Antonescu. Si Italia podía salirse con la suya y dejar de asesinar a sus judíos, los países satélite de Alemania igual podían intentarlo…Incluso los antisemitas italianos más convencidos parecían incapaces de tomarse en serio la persecución de los judíos…La explicación de lo anterior es que Italia erauno de los pocos países europeos en que todas las medidas legislativas antisemitas fueron altamente impopulares…Este comportamiento de los italianos difícilmente podrá explicarse tan solo alegando las circunstancias objetivas...para los italianos era el resultado del general y casi automático sentido humanitario de un pueblo antiguo y civilizado”.
Por supuesto que el fascismo italiano tenía...
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