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La Legitimación Activa en las Acciones de clase
¿Quién es el defensor y quiénes los defendidos en las acciones de clase?
Por Fernando Shina[1] 
1. Introducción
 
Cuando queremos evitar errores conceptuales u ortográficos, y así aliviar la angustia de escribir o decir mal una palabra recurrimos al viejo diccionario; delegamos en esos tomos tan aburridos como nobles la tarea de alumbrarla oscuridad interina de nuestra conciencia. Y también, porque no admitirlo, requerimos que el mataburros nos ponga a salvo del vergonzoso trance de escribir una carta de intención galana llena de incorrecciones; porque esos defectos también conspiran contra la elegancia del conquistador más seguro. El amor no tolera muchas faltas, porque su repetición debilita a las excusas, hace más inverisímilel arrepentimiento y, por tanto, más improbable la reconciliación; así, quien se equivoca con demasiada frecuencia no debe asombrarse cuando una mañana advierta que la desilusión, ya irreversible, ha tomado el lugar que la noche anterior ocupaba la esperanza.-
 
Sin embargo, los diccionarios encierran uno de los misterios más inquietantes de la vida humana: el océano del lenguaje, esaacumulación de sílabas que componen una aliteración de orquesta, y que se ordenan siguiendo el dudoso orden alfabético. Cada vez que un sujeto agarra un diccionario su voluntad queda reducida a una obediencia que imita Epifanías. Una palabra es lo que el diccionario dice que es. Punto.-
 
El problema es que los diccionarios constituyen un sistema de remisiones infinitas; así cada palabra se encuentra a símisma en otra, que a su vez debe buscar su identidad en una nueva palabra. Esto determina la existencia de un régimen de interminables expediciones silábicas que nos llevan del lenguaje a la aritmética, de lo concreto a lo abstracto, y de lo físico a lo metafísico. Y Google ha complicado muchísimo las cosas haciendo que el mismísimo concepto de infinito se haya convertido en un tema de interésmenor para la ciencia, porque el infinito se integró a lo cotidiano, y todo su culto metafísico quedó derogado por la existencia de una tecla llamada ‘enter’ disponible en el más rudimentario equipo informático. Casi podría decirse que los diccionarios no existen, o que su utilidad es tan momentánea como la voluntad de quienes obedecen sus dictámenes.-
 
El hombre de derecho vive abatido porinquietudes menos trascendentes pero más ejecutivas. No obstante, también debe sumergirse en el diccionario de la vasta jurisprudencia para encontrar algunos criterios -más o menos certeros- que le sirvan de guía en sus asesoramientos, logrando que sus consultas sean infalibles en su diagnóstico, rentables para su provecho, y útiles para su clientela. Tal conjunción de elementos virtuosos es, como todossabemos, difícil de lograr.-
 
En ese sentido, cualquiera que en este país quiera iniciar un proceso colectivo estará obligado abrir su diccionario en la letra H, donde encontrará al caso Halabi sentado en el honorífico trono de las acciones colectivas amparistas. Ese reinado seguramente será provisorio, y dentro de algún tiempo Halabi irá a compartir nostalgias con sus antecesores Siri y Kot.A todos ellos les corresponde el descanso que los pioneros en la tierra se han ganado en la eternidad.-
 
Pero, por el momento, es imposible debatir sobre procesos colectivos sin aludir a ese caso que, por cierto y al igual que ocurre con los diccionarios, alude a otros casos anteriores, y a otros países lejanos, en la geografía y en el desarrollo.-
 
El tema de la legitimación activa en losprocesos colectivos en una de las cuestiones más importantes que hoy en día se debate en el ámbito del Derecho del Consumidor. En mi opinión, y a fin de precisar lo más posible los puntos controvertidos que el tema trae, la legitimación activa debe verse en dos sentidos, evitando la tentación de examinar uno y abandonar al otro.-
 
Por un lado, hay que analizar quién o quiénes tienen derecho a...