Fantasma de Canterville
el fantasma de canterville
y otros relatos
Prólogo de
Luis Alberto de Cuenca
Traducciones del inglés de
Ricardo Baeza y Fernando Humanes
Siruela Tiempo de Clásicos
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Índice
Prólogo
Luis Alberto de Cuenca
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el fantasma de canterville
y otros relatos
El fantasma de Canterville
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El crimen de lord ArthurSavile
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El Príncipe Feliz
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El Ruiseñor y la rosa
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El Gigante egoísta
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El fantasma de Canter ville
(Cuento Hilo-idealista)
I
Cuando el ministro de los Estados Unidos, Mr. Hiram
B. Otis, compró el castillo de Canterville, todo el mundo
le dijo que hacía una locura, pues era evidente que aquel
lugar estabaembrujado. Claro, que el mismo lord Can
terville, hombre de lo más puntilloso en cuestiones de
honor, juzgó que era su deber advertir a Mr. Otis sobre
esta particularidad cuando entraron en tratos.
–Nosotros mismos no hemos vuelto a vivir allí –expuso
lord Canterville– desde que mi anciana tía, la duquesa
viuda de Bolton, contrajo una grave enfermedad, de la
que no logró recobrarse nunca,a causa del terror que
le produjo sentir sobre sus hombros dos manos esque
léticas cuando estaba vistiéndose para la cena. Además,
me creo obligado a decirle, Mr. Otis, que el fantasma ha
sido visto por varias personas de la familia, aún vivas, y
también por el párroco de la localidad, el Rdo. Augustus
Dampier fellow del King’s College de Cambridge. Después
del lamentable incidenteocurrido a la duquesa, ninguno
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de los criados quiso continuar a nuestro servicio, y lady
Canterville lograba raramente conciliar el sueño, debido
a una serie de ruidos misteriosos que se producían del
lado de la galería y la biblioteca.
–Milord –respondió el ministro–, me quedo con el mo
biliario y con el fantasma por lo que valgan. Procedode
un país moderno, donde tenemos todo lo que se puede
adquirir con dinero y dada la diligencia de nuestros bra
vos compatriotas en juerguearse por todo el Viejo Mundo
y en robarles a ustedes sus mejores cantantes y actrices,
sospecho que si hubiera habido algún fantasma en Euro
pa, ya lo tendríamos en América, en un museo o en una
barraca de feria.
–Temo que el fantasma exista –dijosonriendo lord
Canterville–, aunque haya podido resistir hasta ahora a las
ofertas de los audaces empresarios americanos. Ha dado
pruebas sobradas de su existencia desde hace tres siglos;
desde 1584 exactamente; y cada vez que alguna persona
de la familia va a morir, no deja de hacer su aparición.
–¡Oh!, si vamos a eso, lo mismo hace el médico de la
familia, lord Canterville. Pero losfantasmas, amigo mío,
no existen; y supongo que la Naturaleza no habrá hecho
una excepción en favor de la aristocracia británica.
–Se ve que ustedes los americanos son muy aficionados
a la Naturaleza –contestó lord Canterville, no alcanzando
a comprender exactamente la última observación de Mr.
Otis– pero, tanto mejor, si no le importa a usted tener
un fantasma en casa. Yo, por mi parte, se lo headvertido;
espero que no lo olvidará usted.
Pocas semanas después, se legalizó la venta, y al fina
lizar la season, el ministro y su familia se trasladaron al
castillo de Canterville. La señora de Otis, que de soltera
como miss Lucretia R. Tappan (de West 53 Street) había
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sido una de las bellezas más celebradas de Nueva York,
era a lasazón una hermosa señora, de edad madura, con
unos ojos magníficos y un perfil soberbio. Muchas damas
americanas, cuando abandonan su país natal, adoptan
una enfermedad crónica, bajo la impresión de que esto
significa en Europa un gran refinamiento; pero la señora
de Otis nunca había caído en este error. Poseía una es
pléndida constitución y una vitalidad realmente extraor
dinaria; como...
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