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Instalado nuevamente en el poder, y a pesar de haberse comprometido a no tomar represalias, Ruizde Castilla traicionó su palabra y desató una feroz persecución en contra de quienes habían participado en la revolución del 10 de agosto de 1809, capturando a un gran número de ellos y encerrándolosen los calabozos del Cuartel Real de Lima, en Quito. Al mismo tiempo, y para completar su traición, hizo promulgar la advertencia de que se aplicaría la pena de muerte a todo aquel que, conociendo elparadero de algún insurgente, no lo denunciara.
A partir de entonces y durante casi un año, los soldados realistas del Crnl. Manuel Arredondo -que a petición de Ruiz de Castilla había llegado desdeLima para sofocar la revolución- cometieron una serie de atrocidades, saqueando, violentando, asesinando y atropellando diariamente a los quiteños que, cansados de sus abusos, formaron nuevos comitéspara defensa de los vecinos y prepararon un plan para liberar a los prisioneros.
Llegó entonces el 2 de agosto de 1810. Ese día, poco antes de las dos de la tarde las campanas de la Catedraltocaron a rebato, y seis hombres armados con cuchillos vencieron la guardia del Cuartel Real y penetraron resueltos al interior; sembraron el pánico entre los soldados dispersos en los corredores y el patiode la planta baja y se dirigieron denodadamente a cumplir su principal objetivo: liberar a los próceres.
En el primer momento, y tomados por sorpresa, los soldados españoles no ofrecieronresistencia; pero después reaccionaron y disparando un cañón barrieron con casi todos los atacantes. Seguidamente bajaron a los calabozos donde permanecían encerrados los patriotas e iniciaron la matanza....
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