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Hasta hace unos días, podía asegurar a todo aquél que me preguntara que el amor a primera vista no existe, porque era fiel a mi propio argumento sobre la falacia deenamorarse de una persona con tan sólo encontrarse y verse por primera vez, creía que a lo que llamaban “amor a primera vista” no es más que una atracción que sientes por alguien sólo porque su físico teresultó cautivador. No podía llegar a imaginarme cómo podía tratarse de algo más que eso. Algo más profundo e íntimo. Algo que te parecería imposible de expresar con palabras, porque a partir de esesegundo, sólo eres consciente del hecho de que estás viva. Pero sólo para él.
Pero ahora mi respuesta flanquea.
En este mismo instante, un montón de razones por las que estoy comenzando a pensar quepodría estar equivocada están amontonándose y acechando mis demás pensamientos, como si un remolino estuviera dispuesto a volver mi cabeza entera un completo desastre.
Sin embargo, no me molesta enabsoluto.
Por primera vez en mi vida, dejo de aferrarme a las ideas antiguas que prevalecían en mí, y doy paso a la creencia de que una persona puede llegar a enamorarse realmente desde la primera vezque sus ojos encuentran los de su equivalente. Desde la primera vez en que una corriente conecta a ambos individuos, trazando y dejando a su paso un envoltorio de sentimientos, una sensación de unvacío ahora inexistente que trae consigo una percepción cálida y donde todo lo demás llega a desvanecerse, como si el universo mismo fuera consciente de lo ocurrido y siguiera un plan al pie de la letra.El momento exacto pero casi imperceptible en el que ya no eres tú misma, tu mente ha sido drenada, y sus ojos de aquélla persona te hacen pensar que son el lugar más desahogado y adecuando en elque jamás te has encontrado. El instante, en que sabes que has encontrado tu hogar, que ambos se pertenecen.
La pura certeza de que todo será diferente a partir de ese momento te recuerda las...
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