FE CRISTIANA Y SENTIDO DE LA VIDA
La religión sólo existe en la persona que se interroga. No sólo determinados acontecimientos de la
vida, como la muerte, el dolor, o el ansia de la felicidad, sino la misma existencia humana provoca una
interrogación que necesita ir más allá de las posibilidades de lo demostrable y que, en cierta medida,
abre al misterio.
Esa trascendencia posible. ese misterio, aparece en la vida del que se interroga en profundidad. Con
mayor o menor intensidad, la persona experimenta la presencia de esa
alteridad sobrenatural. Un
encuentro, una persona, un lugar, un sentimiento, un acontecimiento de la vida, un fuerte deseo de bondad, un rito... cualquier motivo puede ser válido para iniciar la relación con el absoluto.
En este encuentro del hombre con el poder misterioso reside
la salvación proclamada por las
religiones. El sentido de la vida viene dado por la nueva relación que se establece. La persona
religiosa determina su conducta o la modifica en virtud de su experiencia con el poder misterioso
trascendente.
A la luz de esta relación no sólo se modifica la conducta moral, sino que se responden los porqués y
para quién que la vida misma personal va planteando. La vida se ilumina y adquiere sentido gracias a
la relación con la divinidad.
III:
LA FE CRISTIANA
A.
DISTINCIÓN ENTRE FE Y CREENCIA
Llamamos
“creencia” a la adhesión de un conjunto de principios, de valores y de ideas que la
persona acepta como expresión de la verdad, de su vida. Pertenece sobre todo, al terreno del
conocimiento. Por ejemplo, cuando uno lee un libro de un autor o grupo de autores, afirmo que esta
idea me identifica, me ha convencido. Esta adhesión se produce porque lo que se ha encontrado
razonable e importante para la vida. Y se mantendrá la adhesión hasta que yo o alguien me convenza
de lo contrario o de su falsedad. Esta forma de sentirse identificado por algo se llama “Creer”.
Llamamos “FE”
a la adhesión personal a alguien en el cual confiamos por su modo de ser y de
comportarse con nosotros y a la aceptación de su comunicación personal y verbal con nosotros. Pertenece al terreno de las relaciones interpersonales. Yo tengo un amigo íntimo. Me inspira toda la
confianza, sé que no me va a fallar y me fío de él. Entonces digo, yo creo a mi amigo. No sólo digo
creo esto o aquello sino creo en él. Esta adhesión se debe a la amistad, a la intimidad y a la seguridad
que me proporciona el amigo. No es una adhesión con cautelas, a veces no entenderé del todo al
amigo, pero sé que su fidelidad no me fallará. Por eso tampoco falla mi adhesión a él. A esta forma de
sentirse identificado con el otro y de adherir al otro.
¿Demostrar la fe?
La experiencia
de fiarse de y confiar en que supone la fe cristiana tiene muchos paralelismos con
otras experiencias humanas que realizamos las personas casi sin darnos cuenta. Cuando confiamos en
alguien, más allá de sus opiniones, y no sabríamos explicar muy bien por qué. Cuando nos adherimos
casi inmediatamente a lo que diga o haga tal otra persona, porque confiamos en ella plenamente,
estamos viviendo experiencias muy similares a las que vive el creyente respecto a la llamada de Dios.
Así pues, la
experiencia de la fe no es una experiencia ni antihumana ni sobrehumana sino
que está al alcance de nuestras posibilidades porque en nuestra vida constantemente ponemos en
juego nuestra fe en otras personas, cercanas o lejanas, y vivimos de su confianza.
Estas constataciones no prueban ni demuestran la fe.
Pero son muy útiles para ...
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