Felipe El Hermoso
A finales del verano de 1301 la detención del obispo de Pamiers Bernard Saisset por orden del rey bajo la acusación de traición desencadena un gravísimo conflicto con el Papa Bonifacio VIII, porque la detención constituía una clara violación de los privilegios eclesiásticos, ya que únicamente el Papa podía juzgar a unobispo. El motivo inmediato del arresto fue forzar a una solución del conflicto por la jurisdicción de Pamiers que enfrentaba al Conde de Foix, que tenía el apoyo del rey, y a la Iglesia que contaba con la intervención del Papa que había puesto esa diócesis bajo su protección directa. Sin embargo el objetivo último tenía mucho más calado pues pretendía arrancar a Bonifacio VIII el reconocimiento dela jurisdicción suprema del rey sobre todos sus súbditos, incluidos los miembros de la alta jerarquía eclesiástica, es decir, un reconocimiento de la superioridad absoluta del rey sobre el Papa en el interior de su reino.[1]
El 24 de octubre en Senlis, ante Felipe y su consejo, se presentaron los cargos contra el obispo, cuya gravedad, según el rey, justificaban su intervención: Saisset habríaintentado arrastrar al conde de Foix en un complot dirigido al levantamiento del Languedoc contra el rey; y además habría difundido una falsa profecía de San Luis, rey de Francia, según la cual la dinastía de los Capetos perderían el reino bajo el reinado de su nieto. Sin embargo, las actas del proceso no muestran ninguna prueba que acrediten esas acusaciones. Unos días más tarde el consejero realy célebre legista Guillermo de Nogaret envía una carta a Bonifacio VIII para justificar la actuación del rey y en ella amplía la acusación de traidor a la de hereje (se le acusa de haber afirmado que la fornicación no era pecado y de que el sacramento de la penitencia era inútil). Así el rebelde contra el rey se convertía también en rebelde contra Dios.[1]
"Este texto es de una gran importanciahistórica. Es en efecto el primero donde se manifiesta la transformación religiosa del poder real. (...) Nogaret declaraba en nombre de Felipe el Hermoso y dirigiéndose a Bonifacio VIII un principio inédito y lleno de consecuencias: Lo que es cometido contra Dios, contra la fe o contra la Iglesia romana, el rey lo considera cometido contra él (...) El reino se convierte en un cuerpo místico cuyacabeza, es decir el rey, esta investida de todos los poderes para preservar la unidad de la fe".[1]
Felipe intentó obtener el desafuero por parte del papa, pero Bonifacio, en la bula Ausculta fili (Escucha, hijo), hecha pública el 5 de diciembre de 1301, reprueba al rey francés por no haber tomado en cuenta otra bula, la Clericis laicos sobre los impuestos a los clérigos, y por no obedecer al...
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