Feliz
Señoras y señores: Para progresar en nuestra inteligencia de las neurosis precisamos de nuevos datos. Voy, pues, a exponeros dos interesantísimas observaciones, que al ser publicadas por vez primera despertaron general sorpresa.
Primera. Los enfermos cuya curación emprendemos intentando libertarlos de sus síntomasoponen siempre a nuestra labor terapéutica, y a través de toda la duración del tratamiento, una enérgica y tenaz resistencia. Es éste un hecho tan singular, que no extrañamos la incredulidad con que suele acogerse su exposición y, por tanto, nos guardamos muy bien de comunicarlo a los familiares del enfermo, pues correríamos el peligro de que nuestras indicaciones fuesen consideradas como unaprudente medida preventiva, encaminada a justificar de antemano la larga duración del tratamiento o su posible fracaso. Tampoco el paciente reconoce su resistencia como tal y constituye ya un éxito hacerle darse cuenta de ella. Tanto para él como para los que le rodean tiene que resultar ridículamente inverosímil la idea de que pueda haber alguien que, atormentado por determinados síntomas ydispuesto a toda clase de sacrificios con tal de verlos desaparecer se coloque, no obstante, al lado de su enfermedad y en contra de aquellos que acuden a librarle de ella. Y, sin embargo, nada más exacto. Ante la objeción de inverosimilitud recordaremos un hecho análogo muy frecuente. No es nada raro ver individuos que, sufriendo de un terrible dolor de muelas, no se deciden a acudir al dentista, o leoponen una violenta resistencia cuando trata de atenazar la muela enferma con la llave liberadora.
La resistencia del enfermo adopta las más diversas y sutiles formas, cambia continuamente de apariencia y se hace a veces muy difícil de reconocer. Por tanto, el médico deberá hallarse constantemente sobre aviso y desconfiar de todos los actos y manifestaciones del paciente. En la terapiapsicoanalítica aplicamos aquella misma técnica que os di a conocer al tratar de la interpretación de los sueños. Invitamos al enfermo a situarse en un estado de serena autoobservación y a comunicarnos todas las percepciones internas que de este modo efectúe -sentimientos, ideas y recuerdos -, en el mismo orden en que se le vayan presentando. Le rogaremos, además, expresamente, que no ceda a ningún motivoque pudiera dictarle una selección o una exclusión de determinadas percepciones, aunque las mismas le parezcan desagradables o indiscretas, poco importantes o demasiado absurdas para ser comunicadas. Por último, le advertiremos que no deberá pasar en ningún momento de la superficie de su conciencia, haciendo caso omiso de toda crítica que en él se eleve contra los resultados de suautoobservación, y le aseguraremos que el éxito y, sobre todo, la duración del tratamiento dependen de la fidelidad con la que se conforme y adapte a esta regla fundamental del análisis. Por la aplicación de esta técnica a la interpretación de los sueños sabemos ya que precisamente aquellas ideas y recuerdos que más dudas y objeciones despiertan en el sujeto son las que encierran, por lo general, los materialesmás susceptibles de ayudarnos a descubrir lo inconsciente.
El primer resultado que obtenemos al formular esta regla fundamental de nuestra técnica es el de despertar contra ella la resistencia del enfermo, el cual intentará sustraerse a sus mandamientos por todos los medios posibles. Tan pronto afirmará que no se le ocurre nada que comunicarnos como alegará una imposibilidad de orientarse enel cúmulo de ideas que surgen en su imaginación. Comprobaremos después, con desagrado, que, a pesar de nuestras advertencias, cede a aquellas objeciones críticas contra las que hubimos de prevenirle, delatándose por las prolongadas pausas que intercala en sus manifestaciones, y acabando por confesar que le es imposible comunicarnos lo que se le ocurre, por tratarse de cosas demasiado íntimas o...
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