Feminismo En El Ecuador

Instituto de Altos Estudios Nacionales
Maestría en Relaciones Internacionales
Economía Política Internacional
Gabriela Espín
28/12/2012

En mis reuniones familiares, a menudo se escuchan comentarios como “el próximo año encargamos guagua,” “en unos meses más hacemos otro hijo,” etc. A esto, la que escribe estas líneas responde, con cierto tono practicado de sarcasmo “me encanta como loshombres de esta familia planifican con útero ajeno.” Si el afán del día es mantener un ambiente, digamos, armónico, grandes y chicos se hacen de oídos sordos a mi comentario “subido de tono.” Si ha habido vinito en la cena, o alguien se encuentra particularmente belicoso ese día, me responden con “siempre Gabrielita haciendo comentarios fuera de lugar, en las cosas de pareja no hay que metersehijita, ellos sabrán. Tan sensible la guagua, no se enoje, ya va a ver cuando encuentre novio y se case.” Ojo, estamos hablando de la República del Ecuador en el año 2012.

A estas situaciones añadimos mi reciente regreso al país, en junio del 2011, de una universidad ultra liberal, altamente feminista en Estados Unidos que, vista desde afuera, constituye un espacio excepcional en ese país, en vez dereflejar la norma de cómo se comporta la sociedad estadounidense. Crecí pues, en una familia que se empeñó en inculcarme, a las buenas, malas y todo lo de en medio, que puedo sola, que debo esforzarme en ser independiente (tanto de pensamiento, cuanto física y económicamente) y que debo trazarme metas y cumplirlas, ningún “no puedo” ni aguas tibias parecidas. Creciendo me fui dando cuenta de laincongruencia entre nuestra realidad diaria y aquellas enseñanzas. Los hombres en mi familia jamás han levantado un dedo en la casa, se les sirve primero, siempre lo mejor y no se les solicita ayuda en la cocina, arreglo, y demás trabajos en la casa. Las mujeres de mi vida son ejemplos de valentía y aplomo y lo que llamamos “multifuncionalidad”, trabajan (dentro y fuera de la casa), han solventadola economía de sus hogares en muchas ocasiones, han criado a incontables hijos, nietos y demás, cuidado del esposo como a guagua propio, etc. Todo esto, valga recalcar, perfectamente maquilladas, peinadas, con tacos, una sonrisa, tono dulce, y sufriendo las terribles consecuencias de, cuando el esposo se levantaba del mal lado y ellas se entrometían en “algo que no les corresponde,” serviolentadas de todas las maneras que un ser humano puede aguantar sin caer muerto al instante.

Esto, claro está, una no se da pues mucho cuenta de chica porque en el colegio le refuerzan la idea de que la mamá debe ser así mismo, que está cumpliendo con lo que debe, y que el papá debe comportarse así mismo también, para preservar la femineidad y masculinidad respectivamente. Y eso que yo no estudié encolegio religioso, sino en el súper laico y “moderno” Colegio Americano de Quito. Al irme a la universidad, recién graduada de bachiller y con beca completa, me fui dando cuenta que el comportamiento de los hombres de mi familia y las mujeres de mi vida no era como debe ser y, lo peor, no era saludable ni conductivo al desarrollo equitativo de la sociedad ecuatoriana a la que yo pretendíareincorporarme una vez “con cartón en mano.”

Vivíamos, en mi casa, el claro ejemplo del embudo: todas las consideraciones a los hombres y todas las responsabilidades a las mujeres, sin beneficios. Claro ejemplo de lo que la gente llama explotación. Pude, gracias-a-Dios, ver las cosas de una perspectiva diferente cuando me mudé a Poughkeepsie, NY. Con el tiempo me fui dando cuenta de que las mujeres enmi Universidad tenían el mismo desfase en el compás moral que las de mi familia (incluida yo), siempre sintiéndose incompletas si no contaban con la aprobación masculina. Sin embargo, existía en las mujeres de Vassar, al menos, una gran diferencia: a pesar de tener ataques de je ne sais quois por los del género masculino de cuando en vez, pasado algún tiempo en la burbuja de Vassar nos veíamos a...