Fernando Belaunde Terry
EL ULTIMO PATRIARCA
Introducción de Jhon Bazán Aguilar
El próximo 7 de octubre se cumplirá el primer centenario del nacimiento de Fernando Belaunde Terry, descendiente de una antigua familia de origen vasco en el Perú. Su muerte, ocurrida el 4 de junio de 2002, no sólo conmovió a la ciudadanía sino que hoy, once años después, su ausencia nos sigue doliendo.Este señorial político que supo ubicarse en su tiempo y situar al Perú en un escenario mundial dominado por la guerra fría y la lucha ideológica entre el capitalismo y comunismo, por el pensamiento cepaliano y la crisis de la deuda externa, brilló por su honradez y agudo olfato, por la prudencia y capacidad creativa, como lo demuestra la enorme obra pública diseminada en todo el territorio nacional,y por su respeto escrupuloso a la libertad de expresión y la tolerancia.
Pocos dignatarios como él han dejado huellas tan profundamente marcadas en la conciencia nacional. Pocos hombres como él se empinaron desde una brillante carrera profesional y la cátedra universitaria hasta una diputación por Lima, y desde el elevado cargo de Presidente de la República (1963-1968 y 1980-1985) hasta la deSenador vitalicio (1985-1992). Este último cargo, creado por la Constitución Política de 1979, fue abolido por la Constitución Política de 1992, impuesta por la dictadura fujimorista.
Su vida es un ejemplo para todos los peruanos, su obra un libro abierto para maestros universitarios y gobernantes, y para todo aquel que decida incursionar en la vida política.
Quizá ha llegado el momento deestudiar y analizar su obra, con la claridad y el desapasionamiento que da el paso de los años, su pensamiento político y el por qué de su entrañable amor al Perú. Fernando Belaunde es, probablemente, uno de los hombres que más y mejor conoció al Perú. Desde las áridas costas hasta los valles y cumbres nevadas de la sierra, desde el inmenso mar de Miguel Grau hasta la ubérrima región selvática conla cual mantuvo un enamoramiento de más de medio siglo.
De no ser por su partida inexorable, su visión de estadista seguiría siendo una luz que ayudase a encontrar el camino correcto en medio de la confusión en la que muchas veces suelen ingresar nuestros débiles gobiernos democráticos.
Hoy que numerosos jóvenes expresan su desazón por la política y los políticos, deberían saber que existierony existen políticos que trascienden su época, como Fernando Belaunde Terry, uno de los actores más relevantes de la historia política del Perú de las últimas seis décadas, a la que ingresó a los 32 años al salir elegido, en 1945, miembro del Congreso al que se presentó como independiente. Luego, tras el golpe de Estado de Manuel A. Odría, en 1948, se alejó de la política para abrazar la docenciauniversitaria y en 1956 asumió el liderazgo del Frente Nacional de la Juventud Democrática, movimiento que dio origen al partido Acción Popular que lo llevó dos veces a la primera magistratura del país.
Como homenaje a su memoria, recojo el artículo del periodista de origen vasco Francisco Igartua, titulado “Belaunde y una esperanza traicionada” publicado en el diario “Correo”, de la ciudad deLima, tras el sensible fallecimiento del ilustre estadista:
Belaunde y una esperanza traicionada
Por Francisco Igartua
Qué podré añadir yo al torrente de elogios que se le han rendido en estos días a Fernando Belaunde Terry? Por lo pronto, añadir que el “arquitecto del nuevo Perú” (que así era anunciado por Miguel Cruchaga en los mítines de los años 50) fue un encendido conductor demultitudes a las que nunca empujó al desborde, porque repugnaba la anarquía y porque, a la vez, era un estadista de gran talla, con aguda visión de futuro y maneras respetuosas y elegantes de gran señor. Nunca insultó a sus adversarios, a quienes jamás trató como enemigos, a lo más los instó a no cometer “el acto impío del suicidio”, consciente de que los excesos políticos conducen a la destrucción de la...
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