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Los autores de la Reforma a la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI), recientemente aprobada por la saliente Asamblea Nacional, justificaron su decisión con el argumento de que lasempresas invertían la mayoría de los recursos en “ellas mismas”, puesto que se financiaban proyectos que ofrecían retornos potenciales, económicos o de otra naturaleza, a las propias empresas. Uno seimagina que para estos reformadores y su interpretación, tal proceder resultaba inadmisible y presuntamente atentaba contra los intereses del pueblo venezolano. Lo cierto es que, efectivamente, elaño 2007, según informe del ONCTI, el 93.95% de las obligaciones que imponía la LOCTI a las Grandes Empresas se dedicaron a proyectos internos de las mismas. Este resultado coincidía con declaracionespúblicas del entonces vice-ministro de Ciencia y Tecnología, y promotor fundamental de la Ley original, quien afirmó por esos años, que lo ideal sería que eventualmente las empresas invirtieran el 100%de sus obligaciones en proyectos propios y que las universidades aprendieran a insertarse dentro de esos proyectos. Sin lugar a dudas, un modelo interesante para promover la dinamización eficaz delSistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación a través de cambios conductuales profundos en todas las instituciones involucradas.

En mi opinión, los reformadores no se preocuparon por conocer,realmente, la naturaleza de los proyectos que se ejecutaban y, tampoco, los cambios que se estaban produciendo en las organizaciones vinculadas a la Ley. Era mucho más fácil hacer una declaracióngenérica de descalificación de los proyectos realizados en estos cinco años, sin reconocer que:

1. Gran cantidad de empresas ejecutaron proyectos de auténtica adquisición, transferencia, apropiación ytransformación de nuevas tecnologías; algunas de las cuales han sido ya exportadas a otros países.
2. Muchas universidades desarrollaron soluciones tecnológicas innovadoras a problemas reales...