Figuraciones De Lo Monstruoso
Quevedo y Gracián
J o r g e Checa
U n i v e r s i t y of C a l i f o r n i a , S a n t a B a r b a r a
1. Los monstruos y, más ampliamente, las diversas figuraciones de lo
monstruoso llegan a la literatura española del siglo XVII precedidos
de una larga tradición. Ya desde la Antigüedad, lo monstruoso viene
asociándose a una extensa red de nociones percibidascomo equivalentes
o próximas, de modo que, según apunta Céard [1977], las reflexiones
propiamente teratológicas no pueden siempre separarse de otras realidades insólitas pertenecientes al mundo natural 1 . Fuera incluso de
él, la misma fluidez de los conceptos maravilla, prodigio o monstruo
explica por qué ese vocabulario invade diversos órdenes, en cuyos espacios terminológicos los fenómenosextraordinarios de la naturaleza
funcionan más bien como ejemplos o símiles. Cuando señalo esta dimensión lingüística, no me refiero sólo al hecho de que los monstruos «reales» se consideren a menudo un signo de sucesos por lo general desgraciados, y sean en consecuencia parte de un código profético 2 . En un sentido no literal, la terminología de lo monstruoso se desplaza también
hacia los procesospsicológicos susceptibles de producir imágenes anómalas y consideradas inexistentes desde el punto de vista empírico, al
tiempo que opera en el campo de las artes plásticas y de la literatura.
Aquí lo monstruoso se manifiesta igualmente en el recurso a ciertas
1
Céard se ocupa de esta cuestión a lo largo de su libro, y lo hace de modo general en la introducción (pp. ix-xiii).
2
La idea delmonstruo como signo configura, según Céard [1977], la línea «agustiniana» de las doctrinas teratológicas, muy fructífera hasta el siglo XVII. Pero ya
el mismo autor indica que, en un sentido más amplio, Cicerón se ocupa en De divinatioiie de la distinción entre monstruos y prodigios, identificando los últimos con
operaciones extraordinarias que señalan acontecimientos futuros (pp. 8 y 11).
La Perinola,2, 1998.
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JORGE CHECA
imágenes desusadas, pero a la vez se relaciona con la construcción
inarmónica e irregular de textos visuales o escritos. Así, los primeros
versos del Arte poética de Horacio equiparan irónicamente la figura
aberrante representada por un pintor con la disposición caprichosa de
un libro compuesto a la'manera de los delirantes sueños de un hombre
enfermo (w. 1-10). Estedesplazamiento poético de la imagen del monstruo (significativamente unida en Horacio a las fantasías oníricas) ofrece una muestra temprana de las posibilidades de la teratología para
alumbrar diferentes cuestiones literarias, en las que la deformidad o
la incongruencia formal pueden adquirir valoraciones asimismo diversas. No hay ahora espacio para esbozar siquiera los usos teóricos de lametáfora del monstruo en una amplia gama de autores (algunos tan
ilustres como Luciano o Rabelais 3 ). Bastará de momento recordar cómo, en nuestro Siglo de Oro, la apelación negativa a lo monstruoso fue
repetidamente esgrimida por los detractores de Góngora durante la
polémica sobre las Soledades para rechazar los aspectos híbridos y
disonantes del poema; y cómo, en un sentido favorable (aunque noexento de ironía), el Arte nuevo de Lope reivindica la «vil quimera»
anticlásica de un «monstruo cómico» nacido de las exigencias del vulgo
(w. 49-50), cuya monstruosidad es, por otra parte, todo un lugar común
en la cultura de la época4.
Reflejando, por tanto, la idea de exceso que le es inherente, lo
monstruoso se infiltra en numerosos planos, y constituye una categoría
singularmente versátil enlos textos barrocos 5 . El objetivo de las páginas siguientes es estudiar sus manifestaciones más destacadas en los
Sueños de Quevedo y en El Criticón de Gracián, obras donde la presencia de lo monstruoso se imbrica estrechamente en el talante satírico
exhibido por ambos autores. Cada uno de ellos crea su peculiar teratología para significar el desorden moral contemporáneo a través de
imágenes...
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