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Pero mi sueño tuvo que esperar varios, tal vez demasiados años. Logrématricularme en el conservatorio de Maracaibo cuando ya tenía 17 años cumplidos (me consideraba, entonces, demasiado viejo para estudiar música), y aún tuve que esperar impaciente unos meses más parapoder iniciar mis primeras lecciones con el instrumento. Mi primer profesor fue Franco Faccio, excelente y paciente maestro capaz de lograr con éxito que sus alumnos dominaran el difícil arte de lapostura, del saber sentarse, del cómo utilizar el arco, la posición de la mano izquierda. En suma, los primeros pasos, que son tal vez los más importantes. Un chelista que me vio tocar en España me dijouna vez que debía felicitar de su parte a Franco Faccio, mi primer profesor, justamente por eso, por haberme ayudado a aprender los correctos hábitos de la forma en que lo hizo. Gracias, profesorFranco, y, aunque un poco tarde, reciba estas palabras de un colega suyo, que aunque no conoce, es el coprincipal de la Orquesta Sinfónica de Galicia, considerada una de las mejores de España.
Porsupuesto, al leer esto, que nadie se engañe. No soy un profesional ni creo que llegaré a serlo. Mis primeros años de estudio fueron interrumpidos cuando decidí ir a una misión religiosa por dos años comorepresentante de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. A mi regreso a Maracaibo, logré comprarme un violonchelo, y desde entonces he dado tumbos con una decena de profesores,...
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