filobiblion

Páginas: 94 (23492 palabras) Publicado: 4 de enero de 2015
RICARDO DE BURY
(RICARDO DE AUNGERVILLE)
Obispo de Durham y Canciller de Inglaterra












FILOBIBLIÓN

MUY HERMOSO TRATADO
SOBRE EL AMOR A LOS LIBROS

























El taller de Libros
La Coruña 2007


















EL AUTORRicardo de Aungerville; Prelado, bibliófilo, y diplomático ingles, conocido también como Ricardo de Bury por haber nacido en la población de este nombre en el año de 1281.
Siente desde sus tiempos de estudiante en Oxford una gran pasión por los libros.
El rey Eduardo II le confía la educación del príncipe de Gales, el futuro Eduardo III. Llega a ser obispo de Durham (1333),canciller mayor (1334), y tesorero del reino (1337).
Desempeñó muchas embajadas en Francia, Alemania y otros países europeos, que le sirvieron para satisfacer su gran pasión por los libros y para relacionarse con los personajes más eminentes de su tiempo, como el Dante, con el cual sostuvo correspondencia.
Fue autor de varias obras, entre ellas: Orationes ad príncipes; Epistolae familiares yPhilobiblión.
Muere en el año 1345, el mismo en que termina la obra que aquí nos ocupa.










































PRÓLOGO

























Ricardo de Bury, por la divina misericordia prelado de Durham, a todos los fieles de Cristo a quienes llegare el presente escrito les desea perpetua salud en el Señor,exhortándolos a que, en la presencia de Dios, se acuerden siempre de él, tanto mientras viva como después de muerto.
«¿Qué devolveré al Señor por todas las cosas que me ha dado?» (Salmo 115), se pregunta el salmista, invicto rey, excelentísimo entre los profetas, con profundo rendimiento.
Y al formular esta cuestión, plena de agradecimiento, se manifiesta dispuesto a retornar, como deudor pormúltiples razones, y ávido de encontrar un consejero más justipreciador: en esto se halla conforme con Aristóteles, el primero entre los filósofos, el cual, en los libros III y VI de sus Éticas, se declara partidario del consejo y prueba que toda cuestión sobre lo que se debe hacer gira alrededor de él.
Verdaderamente que si un profeta tan admirable, vate de los secretos de Dios, cuidaba con tantoesmero de saber cómo podría corresponder, agradecido, a lo que se le había otorgado gratuitamente, ¿qué cosa más digna podemos nosotros de tratar de saber, ansiosos de recibir, colmados con infinidad de beneficios? No puede dudarse que, previa una prudente ponderación y una advertencia grande, habiendo invocado de antemano al Espíritu Santo para que encienda en nuestra meditación un fuego iluminadorardiente, debemos desbrozar con gran cura el camino, para que a su vez nuestra voluntad dé al que todo lo da reverentes gracias por todo lo que recibió; para que el prójimo se sienta aliviado de su carga y para que las obligaciones o penas contraidas por las faltas de los hombres vayan desapareciendo merced al influjo de tan medicinales limosnas.
Así, bien aleccionados por los sentimientos quepreceden, con la inspiración del que únicamente previene a la buena voluntad del hombre y la conduce igualmente a un final feliz, y que, faltándonos, nos hace sentirnos incapaces de formular un solo pensamiento y cuyo ha de ser todo cuanto hacemos de bueno, hemos examinado, consultando, además, el parecer de otros, qué servicio de los que realiza la virtud de la piedad ha de ser más agradable a DiosNuestro Señor y más provechoso que otro cualquiera para la Iglesia de los viadores. Y he aquí que se presenta a nuestra consideración un grupo de estudiantes dignos de lástima y compasión, aun cuando estuviera mejor dicho dignos de predilección, en quienes, por medio del artífice divino, bien por sí mismo, bien por medio de la Naturaleza, arraigaron costumbres muy buenas y conocimientos...
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