Filosofía
Ortega y Marias: sobre la filosofía o j
de la enseñanza superior (1930-1980)
En su «prólogo a la edición inglesa» (1954) de la Introducción a la Filosofía, Julián Marías define la relación del pensamiento de una persona respecto al de su maestro de esta forma: inexplicable sin él, irreductible a él. La verdad de esta afirmación queda ilustrada una y otra vez cuando se hace unestudio comparativo de los escritos de José Ortega y Gasset y de su discípulo más conocido, Julián Marías. Uno de los ejemplos más notables de esta relación es el que se refiere a la filosofía de la enseñanza superior de los dos pensadores, notable porque ambos escribieron sobre «la misión de la universidad» y porque, como lo quisieron las circunstancias históricas, lo hicieron exactamente amedio siglo de distancia.
A fines de 1930, Ortega, que entonces ocupaba la Cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid, pronunció una conferencia en la Federación Universitaria Escolar, a petición de ésta, sobre un tema relativo a la reforma de la enseñanza superior. La reforma era una conversación que continuamente gravitaba en el aire durante el año crítico que transcurrió entre el finalde la Dictadura bajo la Monarquía y la proclamación de la República, y los estudiantes universitarios distaban mucho de ser apolíticos ante la situación. Ortega escogió como tema el más fundamental para cualquier reforma imaginable: «La misión de la universidad». Había aceptado la invitación, informó a su audiencia, «con gran entusiasmo, pero con poca fe». Quería dejar grabada en los jóvenes su«buena fortuna» de hallarse en una encrucijada magnífica en el destino de su país: un momento que estaba lleno de posibilidades para el amanecer de una era insigne. Su entusiasmo, no obstante, era mayor que su fe, pues el optimismo de Ortega no le cegaba ante el hecho de que sería la gente quien tendría que formular y llevar a cabo la reforma, y no el grupo que entonces parecía capacitado paraello. Esperaba que esto cambiaría pronto, pese a que haría falta que la vida nacional pasase de su «chabacanería» a la situación opuesta de «estar en plena forma». A menos que se produjera esta transformación, no habría grupo que pudiera enmendar las cosas apreciablemente. El reto preciso que
Cuenta y Razón, n.° 11 Mayo-Junio 1983
se presentaba ante la generación más joven era dejar de ser«descuidada» y ponerse «en forma», en el lenguaje deportivo, para realizar la reforma que durante siglos no se había logrado por falta de tono. Tal reforma no tiene por qué ser meramente negativa. Más que limitarse a corregir los abusos, por extendidos que estén, debe crear usos nuevos y saludables: los que nuevos tiempos y nuevos problemas requieren.
Para determinar la misión de la universidad, comorequisito previo a la reforma, es necesario definir lo que es la universidad contemporánea. Ello se consigue observando las características comunes que poseen las universidades. Ante todo, vemos que la universidad es la principal institución que imparte la «enseñanza superior». Los estudiantes que asisten no son todos los que podrían o deberían recibir esta educación, señala Ortega, sino sólo loshijos de las clases acomodadas. Aunque esta exclusión de las clases trabajadoras es difícil de justificar o defender, la «universalización» de la universidad para que incluya todas las clases, suponiendo que el conocimiento que se adquiere en la enseñanza superior sea valioso y deseable para todas las clases económicas, exige la ayuda del Estado. Así, pues, la reforma de la universidad, para hacerlaeficaz en el cumplimiento de su misión, depende de la reforma del Estado.
A primera vista encontramos que la enseñanza superior que se da en la universidad consiste en dos cosas: profesionalización e investigación. Además de enseñar a la gente a ser médicos, abogados, profesores, administradores públicos, allí se cultiva, mediante la investigación y la transmisión de esos métodos a la...
Regístrate para leer el documento completo.