Filosofia escolastica
El escritor lovaniense a quien se deben esas líneas, no hace más que trazar los rasgos más generales de la noble escuela a que pertenece.
Hemos avanzado un paso más: vemos que por el espíritu de armonía entre la razón y la fe, espíritu que constituye un nuevo elemento que informa a la Escolástica, ésta se remonta hasta el origen del cristianismo,pues por Escolástica en sentido lato, entendemos, la cadena de oro que enlaza las ciencias divinas y las humanas; la ciencia que dispone convenientemente, para emprender el estudio científico de las [10] verdades de la fe; que suministra método y lenguaje a la Teología; que, sin atreverse a pasar las propias lindes, comprueba las verdades reveladas, o demuestra al menos, que no son contrarias a laluz natural de la inteligencia. La Escolástica, en suma, depuró y llevó a plena sazón los frutos que produjera la Filosofía antigua; «penetró con paso firme al fondo de las más abstrusas cuestiones; logró sorprender con su escrutadora mirada las íntimas y recíprocas relaciones de las cosas y sus causas, colocarlas y disponerlas como soldados en orden de batalla; formular luminosas definiciones ydistinciones; hallar incontrastables argumentos y sostener agudísimas controversias, a fin de separar la luz, de las tinieblas, y lo verdadero de lo falso.»{17}
La Filosofía Escolástica ostenta en su organismo los caracteres de la verdad; es consecuente consigo misma; porque no se contradice en ninguna de sus partes, ni en las deducciones de sus principios; se basta para sostenerse ydefenderse, como lo ha hecho hasta ahora; es inmutable en sus principios fundamentales, como toda ciencia digna de este nombre. Fortaleza sentada sobre inamovible roca, ha presenciado y sigue presenciando las apasionadas contiendas que en su derredor se libran, contempla majestuosa el nacimiento, vida y muerte de efímeros sistemas, y en cada paso decisivo de la ciencia, no hace más que acrecentar el ricocaudal de sus conocimientos.
En el vasto y límpido cielo de la Escolástica se han cernido allá en vertiginosa altura, águilas del pensamiento, como San Alberto el Grande, Santo «Tomás de Aquino, san Buenaventura, Escoto, Suárez y otros ciento, ¿quién podrá enumerarlos? Remontáronse todos a las más sublimes especulaciones metafísicas, escudriñaron reverentes los recónditos misterios de la...
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