filosofia para inconformes
Bastaría conque en la historia hubiese habido una sola guerra, conque una sola vez se hubiera usado la razón como estrategia de exterminio, para que la humanidad completa mereciera el desprecio, para que el género humano, sin excepciones, estuviera bajo sospecha, provocara náuseas y para que desconfiáramos de todos, incluso de nosotros mismos. Una sola vez: un únicocontubernio de la razón con la violencia sería suficiente para probar la degeneración de la esencia del hombre.
Pero ni siquiera tenemos ese pasado de inocencia; más bien, la historia humana está bañada de sangre: no hay metro cuadrado de la superficie de la Tierra donde no se haya cometido algún asesinato fruto del cálculo, de la lógica, de la capacidad de discernir. La lectura de la historia universalmuestra que pensar y matar son la misma cosa, y que no hay pueblo ni época en la que la razón resulte inofensiva.
Desde aquella mítica quijada de burro hasta las sofisticadas bombas de neutrones, que respetan los edificios y arrasan con cualquier forma de vida, campea una sola evidencia: lo que distingue al hombre de los demás seres (la razón) es su capacidad homicida: somos, no existe la menorduda, la especie que se distingue por el autoexterminio.
Todo ha servido y sirve de pretexto para que la podrida naturaleza humana se manifieste: no hay asunto, idea, valor u objeto por el que no se haya matado: la historia es una cantina de pendencieros en la que cualquier cosa es motivo para desencadenar la violencia: los seres humanos se han matado igual por las posesiones materiales que porlas espirituales: por el oro y por las creencias, por los ideales y por las vilezas, por las teorías científicas y por las religiones; se han matado hasta por la paz.
¿Cómo pertenecer a una especie ante la que no podemos contener nuestra repugnancia? ¿Cómo confesarnos seres humanos sin experimentar asco y vergüenza? Con una trampa muy sencilla: basta con dejar de ver el bosque y mirar losárboles, con cambiar el filo a la mirada, con negar la evidencia que dice: "Nada humano me es ajeno", gritando "Yo no soy así."
Este grito revive, por enésima vez en la historia, el conflicto del individuo contra la especie. "Yo no soy así" es el emblema de quienes, por sospecha o conocimiento de causa, desprecian y aborrecen al género humano, de quienes entienden la clase de maleza donde fueronsembrados y pretenden reivindicar su diferencia. "Yo no soy así y ha habido muchos que no fueron asf' gritan quienes aspiran a no salir embarrados. Uno busca entre la escoria humana a ciertos individuos para levantar un árbol genealógico personal; uno inventa su estirpe en el pasado y su familia en el presente, porque la soledad ontológica es insoportable. Resulta imperioso establecer que uno no es elúnico y, por ello, cuando por primera vez se experimenta este asco, o sea en la juventud, uno sale a buscar a cualquier costo a sus ídolos, a sus héroes, a sus pares y, en cuanto cree encontrarlos, los lava con los más acicaladores detergentes de la ilusión y del optimismo pueril; les restaña los errores o se ciega para no verlos: no se desea oír ninguna crítica, porque el antepasado o elcontemporáneo, a quienes se ha idealizado para sentir menos cruda la soledad, son simplemente maniquíes a los que se viste con el propio traje o espejos donde, con vacuna satisfacción, uno se contempla extasiado. De esta manera surgen los héroes de la juventud: semidioses populares que cantan rock o que encabezan movimientos de protesta social y política: el único requisito que en esos años ingenuos exigimosa quienes se convertirán en nuestros héroes es una dosis mínima de rebeldía: una dosis del tamaño de nuestra propia rebeldía e inconformidad: queremos que nuestro ídolo sea o parezca diferente del resto de los seres humanos a los que despreciamos.
La diferencia (nuestra diferencia, aquello que nos impide reconciliarnos con los demás, sentirnos hermanados con "ellos") es, paradójicamente,...
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