Filosofia
otro dia. Ayer te busqué para suplicarte que fueras
uno de misconvidados, pero no pude encontrarte. ¿Y por
qué no bas traído á Sócrates?
Miré para atrás y vi que Sócrates no me seguia, y entonces dije á Agaton que yo mismo babia venido conSó-
crates, como que él era el que me babia convidado.
—Has becbo bien, replicó Agaton ; ¿pero dónde está
Sócrates?
—Me seguia y no sé qué ba podido suceder.
—Esclavo,dijo Agaton, llégate á ver dónde está Só-
crates y condúcele aquí. Y tú, Aristodemo, siéntate al
lado de Eriximaco. Esclavo, lavadle los pies para que
pueda ocupar supuesto.
En este estado vino un esclavo á anunciar que babia
encontrado á Sócrates de pié en el umbral de la casa pró-
xima, y que habiéndole invitado, no babia querido venir.—I Vaya una cosa singular! dijo Agaton. Vuelve y. no
le dejes hasta qne haya entrado.
—Nó, dije yo entonces, dejadle.
—Si á tí te parece asi, dijo Agaton, en buen hora.Ahora, vosotros, esclavos, servidnos. Traed lo que queráis, como sino tuvierais que recibir órdenes de nadie,
porque ese es un cuidado que jamás be querido tomarme.
Miradnoslo mismo á mí que á mis amigos como si fué-
ramos huéspedes convidados por vosotros mismos. Portaos lo mejor posible, que en ello va vuestro crédito.
Comenzamos á comer, ySócrates no parecía. A cada
instante Agaton quería que se le fuese á buscar, pero yo
lo impedí constantemente. En fin, Sócrates entró después
de habernos hecho esperar algúntiempo, según su costumbre, cuando estábamos ya á media comida. Agaton,
que estaba solo sobre una cama al extremo de la mesa,
le invitó á que se sentara junto á él.
Regístrate para leer el documento completo.