Filosofia
Hilary Putnam
Fuente: Razon, verdad e historia
H Putnam - 1988 - Madrid: Tecnos
NOTAS: primera versión. Posibles errores.
PREFACIO
El propósito que anima la presente obra es acabar con la presión asfixiante que unas cuantas dicotomías parecen ejercer tanto sobre el pensamiento de los filósofos como sobre el de los legos. La principal de éstases la dicotomía entre las concepciones objetivas y subjetivas de la verdad y de la razón.
El fenómeno que estoy considerando es el siguiente: una vez que una dicotomía como la existente entre lo «objetivo» y lo «subjetivo» se convierte en una dicotomía aceptada, y aceptada no como mero par de categorías, sino como una caracterización de tipos de concepciones y estilos de pensamiento, lospensadores comienzan a ver los términos de la dicotomía casi como etiquetas ideológicas. Muchos filósofos (quizá la mayoría) sostienen hoy alguna versión de la teoría de la verdad-copia, concepción de acuerdo con la cual un enunciado es verdadero sólo en el caso de que se «corresponda con los hechos (independientes de la mente)»; los filósofos de tal facción consideran que la única alternativa a éstaes negar la objetividad de la verdad y capitular con la idea de que todos los esquemas de pensamiento y todos los puntos de vista son desesperadamente subjetivos. Como es inevitable, una audaz minoría (Kuhn, por lo menos en algunos momentos, y algunos filósofos continentales tan distinguidos como Foucault) se alinea bajo la etiqueta opuesta. Estos últimos están de acuerdo en que la alternativaa la concepción ingenua de la verdad-copia es considerar subjetivos a los sistemas de pensamiento, a las ideologías, e incluso (en el caso de Kuhn y Feyerabend) a las teorías científicas, y pasan a.proponer con vigor una perspectiva relativista y subjetiva.
No es de por sí necesariamente nocivo que la disputa filosófica asuma en parte el carácter de disputa ideológica: hasta en las ciencias másexactas, las nuevas ideas son reivindicadas y atacadas con vigor partisano. Incluso en política, la polarización y el fervor ideológico son a veces necesarios para darle seriedad moral a un asunto. Pero con el tiempo, y tanto en filosofía como en política, las nuevas ideas envejecen; lo que una vez fue un desafío se convierte en algo predeci-ble y aburrido, y lo que una vez sirvió para centrar laatención allí donde debía centrarse, más tarde impide que la discusión tenga en cuenta nuevas alternativas. Esto ya ha ocurrido en el debate entre la teoría de la verdad-correspondencia y la perspectiva subjetivista. En los tres primeros capítulos de este libro intentaré exponer una concepción de la verdad que unifique los componentes objetivos y subjetivos. Esta concepción se retrotrae, al menosen su espíritu, a las ideas de Inmanuel Kant; y afirma que podemos rechazar la concepción ingenua de la verdad-copia sin tener que mantener que todo es cuestión de Zeitgeist, o de cambios gestálticos, o de ideología.
La concepción que voy a defender juzga, dicho sin rodeos, que hay una relación sumamente estrecha entre las nociones de verdad y de racionalidad; expresémoslo más directamente sicabe: que el único criterio para decidir lo que constituye un hecho es lo que es racional aceptar. (Con esto quiero afirmar algo completamente literal y sin excepción, de forma que si admitimos como posible el que sea racional aceptar que una pintura es bella, entonces es posible que sea un hecho el que la pintura es bella.) Mi concepción admite hechos de valor. Pero la relación entre laaceptabilidad racional y la verdad se da entre dos nociones distintas. Un enunciado puede ser racionalmente aceptable en un tiempo y no ser verdadero. En este trabajo trataré de preservar esta intuición realista.
Sin embargo, no creo que la racionalidad se defina mediante un conjunto de «cánones» o «principios» invariables; los principios metodológicos están relacionados con nuestra visión del...
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