flamenco

La experiencia del flamenco

Me acuerdo con claridad de mi primera experiencia del flamenco. Estuvieron presentes todos los estudiantes delprograma, el instructor y por supuesto la música cautivadora. Intentamos bailar en una sala de luces penetrantes y espejos lustrosos, cada uno adoptando losroles tradicionales españoles de la mujer seductora y el hombre casi secundario y seguidor. A mí me toco aprender de los otros y de los pasos indicados porel instructor, pero a decir la verdad no entendí nada de la danza. Noté mi ignorancia de la danza por la observación de los demás, pues tras la lecciónalgunos de nuestro grupo, poseedores de dotes superiores, se bailaron cómo nubes volantes o hojas flotando sobre aguas claras, transformándose enfiguras gloriosas del arte.
Obviamente, no podía copiarlas a las mujeres en su forma de bailar, ya que no dispuse de tal soltura: brinqué de pato más quebailé de bailarín. No obstante la falta de talento no me robó de la vista, y por lo menos podía sentarme al lado, mirar, observar, notar el movimientolíquido y constante – la mixtura de luz, música, cuerpos, ritmo y – por algunas personas – emoción.
Según las historias los orígenes del flamenco sonconfusos – según algunas es morisco, y según otras se trata de una invención cultural de los gitanos – pero a mí no me importa de su pasado. El bailecautivador, la que ví me forma una memora imborrable de intentar, sin miedo, de hacerme bailarina cómo las otras de mi grupo de estudiantes y viajeras.