Floricultura

México no podrá transitar hacia un estado de desarrollo superior sin antes haber resuelto el
rezago del campo. Esta es una afirmación que se sustenta en la experiencia histórica delos países hoy
desarrollados, pero también en la experiencia propia, que registra varios intentos frustrados de despegue
industrial apoyados, primero, en los excedentes generados en elpropio sector agropecuario, después en
los recursos del petróleo y, más recientemente, en los recursos disponibles, pero volátiles, de un mercado
financiero globalizado.
Un elementocomún en estas experiencias fue considerar que el desarrollo del campo se daría como un
resultado del desarrollo nacional (que sería urbano e industrial), cuyo efecto de arrastre hacíainnecesario
actuar directamente para resolver a fondo la problemática estructural propia del sector. Y no es que no se
hayan tomado medidas de apoyo e impulso a la actividad ruraldurante las últimas décadas, sino que
éstas carecieron de una concepción distinta, que no considerara el desarrollo rural como residual.
El resultado todos lo conocemos:descapitalización, baja rentabilidad y falta de competitividad, que se
traducen en una muy baja productividad de las actividades primarias, que se refleja, a su vez, en el hecho
de que el 23 porciento de la PEA nacional dedicada a las actividades agropecuarias, silvícolas y pesqueras
sólo genera el 7 por ciento del PIB; concentración de la pobreza en el sector rural, donde el 35por ciento
de la población se ubica en un nivel de pobreza extrema; falta de dinamismo de las actividades
agropecuarias, que en los últimos años han crecido a un ritmo inferior al dela población.
Hoy, en medio de la crisis, se da una concurrencia de factores propicios para un cambio en las perspectivas
de desarrollo del campo. Existe, en primer lugar, una clara