Fondo Economico
M. Rostovtzeff
En el libro ROMA De los orígenes a la última crisis de Eudeba
El Imperio Romano de los siglos I y II era, sin lugar a dudas, un espectáculo de una brillantez extrema. Incluía en un Estado poderoso todo cuanto fuera civilizado en los países en torno al Mediterráneo. Nada estaba fuera de él, salvo lastribus salvajes de germanos, eslavos y finlandeses, los nómades del desierto, los negros de África y la gran población mongol e irania de Asia. Incluso, con todos éstos, el Imperio mantuvo relaciones comerciales y diplomáticas regulares y cada vez mejores, tan solo interrumpidas, de vez en cuando, por operaciones militares contra tribus fronterizas. Dentro del Imperio, no se escatimaban esfuerzospara lograr comunicación constante y sin trabas entre las diferentes regiones. Excepto los siervos de Oriente, ligados al suelo, la población podía moverse a voluntad de una parte a otra,.
El Estado realizó el máximo esfuerzo para que las comunicaciones fueran seguras y fáciles. El Mediterráneo era un lago romano: de un extremo al otro, así como por el Mar Negro, los grandes ríos de la Europaoccidental y el Nilo, los barcos transportaban pasajeros y mercancías. La piratería se mantenía a raya mediante flotas en el mar y flotillas en los ríos. La comunicación por mar con la India era relativamente segura desde los puertos egipcios y árabes y también era posible bordear la costa norte de Europa hasta el Báltico, pero, en tales empresas, el comerciante debía basarse exclusivamente ensus propios recursos.
A lo largo de las grandes vías que se extendían desde Roma e Italia, como un abanico, era fácil viajar hasta el Atlántico o el Mar del Norte, o los Dardanelos y las costas del Mar Negro. Una red de caminos semejantes cubría Asia Menor, Siria, África del Norte y Britania. Cualquier lugar que presumiera de ciudad se unía a esas vías mediante ramales secundarios. Cada ciudadtenía sus propios caminos que la comunicaban con las poblaciones más importantes de su territorio. La seguridad general estaba garantizada por las fuerzas armadas, controladas por los representantes del poder central en la metrópoli y fuera de ella. Las comunidades autónomas y los grandes terratenientes organizaban la policía local, dentro de los límites de sus posesiones. El Estado manteníadestacamentos especiales de policía en Roma, Lyon y Cartago. En Roma había también una brigada contra incendios.
La vida municipal en todo el Imperio estaba casi por entero libre del tedioso control del poder central. El Estado se contentaba con que no hubiera dentro de sus límites sociedades o centros de tendencias sediciosas y que los organismos municipales se ocuparan exclusivamente deasuntos locales. Pero, en realidad, no había dentro del Imperio ninguna comunidad que ambicionara sobrepasar los límites de esta esfera. No tenemos noticias de que hubiera organizaciones políticas, en Roma o fuera de ella, que el Estado considerase peligrosas. Las únicas comunidades que fueron perseguidas fueron las cristianas; pero no sabemos si sufrían esas persecuciones como organizaciones ilícitas(collegia illicita) o si pedía cuentas a los cristianos, en tanto individuos por su negativa a participar en el culto al Emperador que todo el Imperio practicaba. Había otras sociedades profesionales o religiosas. Entre estas últimas se incluía un infinito número de organizaciones de sepultura (collegia tenuiorum, literalmente "asociaciones de los pobres"), cuyo objetivo era asegurar a susmiembros un funeral decente. Había muchas otras sociedades, en las que se reunían los ciudadanos de acuerdo con su edad, y otras, como las escuelas filosóficas, organizadas como sociedades exclusivas.
Cada comunidad vivía de acuerdo con sus tradiciones pasadas, en la medida en que esas tradiciones no eran contrarias al Estado. En el Oriente griego, cuna del sistema municipal, las constituciones...
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