forense
Desde el punto de vista de Gonzalez (2001) a partir del mismo momento de la detención, el
individuo es separado bruscamente de su entorno social, donde en palabras de Martínez,
(1990) no se habla sólo de la privación de la libertad, de movilidad como lo predican los
códigos, sino que además representa un cambio radical en al vida del ahora recluso, puesto
que implica directa o indirectamente una privación de todas las libertades que le han sido
concedidas y de las que gozaba plenamente en su entorno, entre ellas incluidos los
beneficios emocionales de sus relaciones familares al igual que lo despoja de su propia
identiidad para asignarle una nueva como parte de un proceso de aislamiento social
progresivo.
La cárcel es el dispositivo último en el que fragua definitivamente el proceso de construcción
social de la identidad delincuente. Pasar por la cárcel significa ser, para siempre y de forma
definitiva, un “delincuente” (Cabrera 2002)
Según plantea Cabrera (2002) en la cárcel coexisten y entran en contradicción dos
principios difícilmente conciliables: el punitivo, con su énfasis en la seguridad y el control, y
el rehabilitativo que por lo general, el ingreso en las instituciones totales tal y como fueron
descritas por Goffman (1970), se justifica siempre apelando al posterior retorno a la
sociedad; supuestamente en mejores condiciones que cuando se entró. Se ingresa en ellas
para poder ser reajustado, reparado, reeducado, etc. Todo sugiere la vuelta de nuevo al
ámbito social de donde se fue excluido; sin embargo, lo cierto es que el ingreso en estas
instituciones segregativas conlleva un proceso inevitable de desidentificación y
desocialización, que acaba haciendo mucho más difícil el retorno a una vida socialmente
integrada. A partir de esta situacion Manzanos (1991:106124), hace referencia a las
distintas etapas del proceso de reeducación desocializadora el cual inicia con el ingreso del
sujeto al centro penitenciario.
Se pueden diferenciar 5 etapas adaptativas,ellas son:
1. Ruptura con el mundo exterior
: que conlleva la separación física, el preso se interna
en un mundo reducido y limitado, cortando de su cotidianidad los estímulos a los
que ya se encuentra acostumbrado, al igual se distancian las referencias personales,
los medios de comunicación, los mensajes y valores presentes en el exterior, lo cual
genera un fuerte sentimiento de debilidad y desamparo.
2. Desadaptación social y desidentificación personal: la persona experimenta una verdadera “mutilación del yo”, que le hace perder su identidad y experimentar un
proceso de despersonalización y desindividualización que le conduce a integrarse
como un elemento dentro de un colectivo masificado, amorfo y sin perfiles
particulares.
3. Adaptación al medio carcelario:
se produce una readaptación al nuevo contexto
físico y relacional, que algunos han llamado proceso de prisionización. Se redefinen
actitudes y valores, se produce una incorporación a la subcultura carcelaria, el cual
esta dirigido por las relaciones de dominación, opresión y autoritarismo, tanto en
relación al personal funcionario, como entre los propios internos, en los que la
violencia física y la coacción de unos pocos sobre el resto reproducen y amplifican
las condiciones brutales de su encierro.
4. Ausencia de expectativas de futuro: dado
que el privado de su libertad ve reducido el
control de su presente a la mínima expresión, menos podrá planificar su futuro.
Todos aquellos revestimientos con los que contamos para hacer de la vida algo
soportable (las ...
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