Formas de hacer historia
Alianza Universidad
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Alianza Universidad
Peter Burke, Robert Darnton, Ivan Gaskell, Giovanni Levi, Roy Porter, Gwyn Prins, Joan Scott, Jim Sharpe, Richard Tuck y Henk Wesselings
Farmas de hacer Historia
Versión española de José Luis Gil Aristu
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Capítulo 1
OBERTURA: LA NUEVA HISTORIA, SU PASADO Y SU FUTURO
Peter Burke
En la última generac100, aproximadamente, el universo de los historiadores se ha expandido a un ritmo vertiginoso l. La historia nacional, predominante en el siglo XIX, ha de competir ahora, para atraer la atención, con la historia mundial y la local (confiada en otros tiempos aanticuarios y aficionados). Hay muchos campos nue vos, sostenidos a menudo por revistas especializadas. La historia so cial, por ejemplo, se independizó de la económica para acabar frag mentandose, como algunas nuevas naciones, en demograña histórica, histori, en: Helerologies. Dúcourse on
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14 Mary Hawkesworth, «Knower, Knowing, Known...)), Sfgns (primavera 1989), págs, 533-557.
IheOthedMinneapolh, 1986j, págs. 217-18.
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Hi'itoria de las m:Jjeres
cierta noción de inaceptables y da a las ideas dominantes el rango de ley inatacahle o «verdad) 25. Norman Hampson nunca admitiría que su despectiva caracteriza ción como «historia uterina» de un libro sobre las mujeres fran,f'sas del siglo XIX implicara en su caso una oposición a historia fálica; paraél el polo opuesto era historia «auténtica». Y el ataque gratuito de Ri chard Cobb a Simone de Beauvoir en una reseña del mismo libro im plicaba que las feministas nO podían ser buenas historiadoras. Los diez mandamientos de Lawrence Stone para la historia de las muje res aceptaban mucho mejor este campo en conjunto, pero insistían en los peligros de «falsear las pruebasi> o (apoyar UDaideología femi nista moderna», como si el significado de prueba fuera unívoco y, por otra parte, nu planteara problemas sobre la posición, punto de vista e interpretaciones de los historiadore5. Con un rechazo similar de estas cuestiones, Roben finlay ha acusado a Natalie Davis de pa sar por alto la «soberanía de las fuentes» y transgredir «el tribunal de los documento,,)} con el propósito de fomentaruna lectura feminista de la historia de Martin Guerte 26. Casi no hace falta decir que los in tentos de las femínistas por exponer d «sesgo masculinu» O la «ideo logía masculinista}} inherentes a la historiografía han topado a menu do con la ridiculi7.3ción o el rechazo por considerarlos expresión de una , en: G;)ori::¡ T Bull, Patricia BelJ Scott y Barbara Smith (eds.), But Seme 01 Us areBrave: Black Wo mens Studles (Nueva York, 1982); Bárbara Srníth (ed.), Home Girh: A Black Womens Antholo!fY tNuev¡; York, 1983). Ver tambÍén Barbara 5mith, «TDward a Black Ferni nist Críticism»; Deborah E. McDowell, «New Direct;on~ for Rlack Feminist Criti cism»; Bonnie Zirnmerman, «What ~as Neve Been; An Overvíew of Lesbian Femi
gún raza, etnia, clase y sexualidad se sumaban importantesdiferen cias políticas dentro del movimiento de las mujeres sobre cuestiones que abarC, lX/nmen:, Studies Newsletter 5 (primavera 1977), págs. 21-4: Michele Wállace, «A Black Fcminist'~ Seareh for SisterhooJ», Vt/lage Vo/ce, julio 28, 1975, pág. 7; Teresa de Lau retis, «Displacing Hegemonic Discourses: Rellections on Feminist Theory in the 1. 9805', In,mptions nOs 3/4 (1988), págs. 127-41. n L2fragmentación se prociujn, en p2tte, ::¡ raíz d" la d"rr()ta de la Enmie-nda a b Constitución de EH llU por la Igualdad de D~rechos, campaña que dio lugar a un frente común entre diferentes grupos de feministas. Namralmeme, la misma cl1mpaña de la ERA mostró lo profundas que eran las diferencias entre feminisLas yantifemi nistas y puso f?n tclfl de juicio cualquier idea del canícrer inherenk de la...
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