Forsyth Frederick La Monta A De Cristal

Páginas: 208 (51936 palabras) Publicado: 12 de julio de 2015


La Montaña De Cristal

Frederick Forsyth


PRIMERA PARTE

CAPITULO 1
AQUELLA noche no brillaban sobre la pista de aterrizaje en la espesura ni la luna ni las estrellas, y sólo la oscuridad del Africa Occidental envolvía a los dispersos grupos de personas como un terciopelo húmedo y caliente. Un techo de nubes se tendía sobre las copas de los árboles, y los hombres, expectantes, rezaban paraque siguiesen protegiéndoles de los bombarderos.
El viejo DC-4 que había conseguido aterrizar gracias a las luces de posición, que solamente permanecieron encendidas durante quince segundos, viró al final de la pista y continuó ciego y asmático hacia las chozas de palmas entretejidas.
Los cinco hombres blancos que se hallaban agazapados en un Land-Rover situado entre dos chozas observaron atentay silenciosamente la inesperada llegada, y un mismo pensamiento cruzó por sus mentes: si no lograban escapar de aquel enclave que se desmoronaba antes que las fuerzas federales avanzasen unos pocos kilómetros, su muerte era segura. Eran los últimos de los mercenarios que habían luchado a sueldo por el bando derrotado.
El piloto detuvo el avión a unos veinte metros de un Constellation aparcado enla explanada y saltó a tierra. Inmediatamente se acercó a él un africano, y después de conversar en voz baja ambos se dirigieron hacia un grupo de hombres al borde del bosque de palmeras. El grupo les abrió paso hasta que el piloto estuvo frente a frente del hombre que se hallaba en el centro; incluso en aquella oscuridad, levemente iluminada por la lumbre de los cigarrillos, el piloto reconoció alhombre que buscaba.
-Soy el capitán Van Cleef -dijo el piloto en un inglés con acento sudafricano.
El africano asintió al reconocerle y su barba cepilló el pecho de su uniforme de campaña.
-Esta noche es peligroso volar, capitán -dijo secamente-, y un poco tarde para traer más suministros. ¿0 acaso ha venido por los niños?
Hablaba despacio, con voz grave, y su acento era más propio de un ingléseducado en un buen colegio, como así era, que de un africano.
-He venido a buscarle a usted, señor. Si quiere venir, claro.
-Ya entiendo. ¿Sigue usted instrucciones de su gobierno?
-No -contestó Van Cleef-. Fue idea mía.
El hombre barbudo asintió lentamente.
-Le agradezco mucho que se haya embarcado en tan peligroso viaje, pero ya tengo transporte. Estoy esperando que aquel Constellation me lleveal exilio.
Van Cleef sintió que se le quitaba un peso de encima, pues no sabía lo que había sucedido si hubiese regresado a Libreville con el general.
-Entonces esperaré hasta que se haya marchado -dijo el piloto, sintiendo ganas de estrechar la mano del general; pero se limitó a dar media vuelta y regresar a su avión.
-¿Por qué hará un sudafricano una cosa así, general? -preguntó uno de los negrosrompiendo un prolongado silencio.
El general esbozó una sonrisa.
-No creo que lo comprendamos nunca -dijo mientras encendía un cigarrillo cuyo resplandor destacó claramente los rasgos de una cara ya conocida en medio mundo.
El general seguía manteniendo su autoridad a pesar de hallarse en el umbral de un exilio que, estaba seguro de ello, sería solitario y humillante. Durante dos años y medio, aveces sólo por obra y gracia de su fuerte personalidad, había mantenido unidos a millones de compatriotas acosados y hambrientos pero irreductibles. Sus enemigos le negaban autoridad, pero pocos de los que habían estado allí dudaban de ella. Incluso en la derrota, cuando su automóvil cruzó la última aldea anterior a la pista de aterrizaje, las gentes se alineaban al lado de los cenagosos caminospara testimoniarle su lealtad. Y ahora ese hombre, al que el gobierno federal quería ver muerto antes del amanecer, huía ante el temor de que su pueblo sufriese mucho peores represalias si se quedaba. Al lado del general y empequeñecido por la estatura de este se encontraba su fiel consejero, el doctor Okoye. El profesor había decidido esconderse en la espesura hasta que pasase la primera ola de...
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