Fragmento de Sartre J.P
Aún no sabía leer pero ya exigía mis libros. Mi abuelo se fue a ver el pícaro de su editor e hizo que le diesen Los Cuentos del poeta Maurice Bouchor, relatos sacados del folclor y transcritospara el gusto de los niños por un hombre que, según decía había guardado los ojos del niño. Yo quise empezar enseguida las ceremonias de aprobación. Cogí los dos primeros volúmenes, los olí los palpé,los abrí cuidadosamente por “la pagina buena” haciendo que crujiesen. Era en vano: no tenía el sentido de poseerlos. Sin lograr mayor éxito, intenté tratarlos como muñecas, los mecí, los besé, lespegué. A punto de echarme a llorar, acabé poniéndoselos en las rodillas de mi madre. Ella levantó la vista de su labor. -- ¿Qué quieres que te lea, querido? ¿Las Hadas? –Yo pregunté incrédulo: --¿Están ahídentro las hadas?
Al cabo de un instante había entendido: El que habla era el libro. Salían de él unas frases que me asustaban; eran verdaderos ciempiés, hormigueaban de sílabas y de letras,estiraban los diptongos, hacían vibrar a las consonantes dobles; catrinas, nasales, cortadas, por pausas y por suspiros, ricas de palabras desconocidas, se encantaban con ellas y sus giros sin preocuparse.A veces desaparecían antes de que hubiera podido comprenderlas, otras había comprendido por adelantado y seguían rodando noblemente hacía su terminación sin hacerme la merced de una coma.Nunca he arañado la tierra ni buscado nidos, no he hecho herbarios ni tirado piedra a los pájaros. Pero los libros fueron mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo;la biblioteca era el mundo atrapado en un espejo; tenía el espejo infinito, la variedad, la imprevisibilidad.
Fragmento de Las Moscas - J.P. Sartre
JÚPITER: ¡Orestes! Te he creado y he creadotoda cosa: mira. (Los muros del templo se abren. Aparece el cielo, constelado de estrellas que giran. Júpiter está en el fondo de la escena. Su voz se ha hecho enorme - micrófono - pero apenas se...
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