Fragmento Libro
Conel último resto de la conciencia vio abrirse bruscamente la puerta de su habitación y a su madre corriendo en camisa -pues Grete la habíadesnudado para hacerla volver en sì- delante de la hermana, que gritaba; luego vio ala madre lanzándose hacia el padre, perdiendo en el camino una trasotra sus faldas desabrochadas, para por fin llegar a trompicones junto a su marido y abrazarse a él…
Y Gregorio, con la vista nublada, oyó porultimo como su madre, echando los brazos al cuello del padre, suplicaba que no matase a su hijo.
Aquella grave herida, que tardo más de un mes encurar -nadie se atrevió a quitarle la manzana, que quedo, pues, incrustada en su carne como el testimonio ostensible de lo ocurrido-, pareciórecordar, incluso al padre, que Gregorio, pese a su aspecto repulsivo actual, era un miembro de la familia, a quien no se bebía tratar como a unenemigo, sino, por el contrario, con la máxima consideración, y que era un elemental deber de la familia sobreponerse ala repugnancia y resignarse.
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