francostefanini

BASKETBALL
,,\.NTO)iIO SKARMNT,\

I4l tango ne t'cuía tle un tío ilcier:to que asediaba los juclcs eu la casa cuantlo
caía algirn clinelo y a. los tall¿rines a la ¡'ngtxslava se agrcgaba cat'ne rnecharla,
suavenente fibrosa, ¡' ciruelas y clueso.
Iür ios malones mc h¡eia orillero; teuía afable comercio con ltls enpapclados
dc 1os rincones; ela ur poco Nat King Cole etr ¡ni rnodo deatt'rciopelar la roz
para hablal con las muchachas, y consuctuclinalio comcdor dc qnequcs.
lll entrenatlor clcl ecluipo clel colcgio me hallía d¿rtlo calabazas. Annque trti
purrtería era fiela, aurrrlue fuese capaz tle encestal tlc'sclc afrera cle la bornba
con la misma nitiilez con clue una paloma ra a posalsc sobre cl alclo de ia
iglesia, o con el mis¡ro chasquido suavecito con quc uno se ponelos calcetines
cle lana, me jotlía cl prestigio csa cosa cle actor (le cine, ese afán tlc conplacer
nri v¿nidad sir tregta, tlc acortlalme de tn dtibli,ng de f¿rntasía cuanclo f¿ltaban tles minutos e ibamos perclientlo. EI entrcnador ltabí¿r notatlo rr. is
ojeras, y rne palpaba el hígado, y nc decía tc cluelc aqui, parecc que cstís
crrfermo. Cuando rne solplendió rna noche con los colisoncs clclBier I{a11,
tramó una entrevista con mis padres. Pero mi licjo cstaba tlabajando firmc
cn el partido, los pacos le habían moliclo un cacho dc cabeza, ¡ andaba con un
tajo de este vuclo. Así qne no hizo su epifanía, v hasta ¡o mismo cornencé a
acostumbra¡ne a hacel tle la cimarr"a una fiest¿ Pero nacla lnuy aleglc contpañero, puro ilar'lc vueltas a 'v'ueltas por el ccutl:o, pruo rnetclmc a l¿sdiez clc
la mañaua con un membrillo y rrn pan col manteqlúlla a Radal' o Rolcc a oir
cliscos de Gatica, y los primeros tenas de Ray Charles, quc eran la acabose.
Claro que el viejo cle ginlnasia entr'ó eu conponeirtlas con el plofesol jefe, qte
nos enseñaba la filosofía, y que me tenía entre ojo I ojo poltlue J-o me había
leído a Kafka y usaba cl pelo un poco dem¿siado largo y toclo eso.Cuantlo
mc cachó colocando tn afiehe de f itlel en el tliario mural del colegio, llevó
el caso aI Consejo dc la Jlscuela, de ilonde salí exiruido con honoLes.
L,a música que se oía cntonccs er¿r. la dc lnos ncglos calugas, los Platters qtc
Ie llarnaban, Giolito tenía nn túo más desabrido qnc un domingo sin fútbol,
y el cltb cle jazz qneilaba eu Mercecl, cerca del Teatro Santiago, y ahí tenía
¡omi oxígcno y ni sangre, ¿unque Durrca una nuchacha; al1í l¿s chieas tcnían
esos vestidos de talle Iargo quc le ponían l¿ cintrra lijadita y cualquiela aspcr.eza se la limaban las manos encolleradas de los pitucos que tenían bilhülo
para metelle al gin con gin, a las prineras partitlas de nalihnana, y sobrc
todo, a csa cosa tan iuaccesible, tan remot&, tan pr{xirna a l¿ dicha iniposiblc,
rluesc llamaba notoncta.
Oouclusión, clue mi anigo Jaime quc primelo soplaba a Bralux valiénclose de
un ensortlecedor pito fabricado con sus nuilillos se había agenciaclo un clarinetc,
o tal vez la pura boquilla, y que si uno le ponía buena voluntad a la or:eja,
poclía irlentificar como Br¡s'in. Street )'a bazofin rlue sonaba, y que yo me hinché

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de tanto darle a las cacerolas, y vistoque como vocalist¿ no iba a ningún
lado, porque el chico Calvo me había prestado el long-play de Billy Eckstine,
comprendí que no había nacla más que hacerle, paciencia. nntonces me ena"
moré perclidamente de una muchacha de Quinta Nolmal, rnuy espiritual la
chica, como que no quería nada con la cama, tut'e un¿ iluminación patafísica
(perclóneme), de lo quc eta eI je ne sais quois delbasketball, y descubrí que
arnaba el pellejo más que cualquier cosa en esta galaxia. No me quedaba otra
cosa que ser escritor, qué a'estas. Así que me puse 1a bufanda larga de mi
abuelo, rompí clefinitivamente las relaciones con la peluquería, y convencí a
Jaime que nos inscúbiéramos en el Deportivo Flecha de la calle General
Yelásquez.

Ahí nos agarró un chico inspirado rlel que se han perdido...